jueves, 3 de junio de 2010

Cortázar: Comentario a partir de un documental en el teatro Normandie. Autor: Pablo Grosz

En el marco del intercambio con el cine Normandie, que tanto contribuye al sostenimiento del cine-arte, me he propuesto desde la Agrupación Psicoanalítca Lacaniana <>Sigmund Freud traer el psicoanálisis a través del cine, y tal vez algo de Psicoanálisis del cine. Sin pretender ser experto ni en Cortázar ni en literatura, analizaré aspectos de la obra de Cortázar enlazados a su psiquismo. Sin pretensiones diré lo que tengo para decir. Hace años que no lo leía, pero recuerdo que en mi infancia de colegial, siendo que no era una lumbrera para el castellano escribí el único cuento que recuerdo de mi niñez, una niñez en la que no leía nada más que lo que estaba obligado, y eso a duras penas, sin embargo retroactivamente noto como allí en los años 65-68, la obra del corte de Cortázar, no por azar había influido el lenguaje como la tinta al agua; seguro que no lo leí entonces, apenas si escuchaba de boca de mi madre la lectura “corazón” de Edmundo D´ámicis. Era un cuento, el que redacté para el colegio en que un niño se tiraba de un tobogán y continuaba en su caída más allá de la arena que debió frenarlo, tendría entre los 8 y los 10 años, éste que caía se encontraba con unos seres extraños hasta que despertaba en la asistencia Pública, donde era atendido, pues se había golpeado al caer del tobogán. Un cuento en que el protagonista pasaba de una realidad a otra, en que la continuidad de la vida se desdobla, y luego un médico lo atendía algo modestaemnte parecido al esquema de la noche boca arriba. Diría que coincidía rudimentariamente con un fantasma o fantasía Cortazeana y no cartesiana, al no regirse por los ejes de espacio y tiempo de la geometría cartesiana, sino que a un espacio-tiempo no euclidiano. Pero antes de pronunciar más en este hoyo de tiempo en que nos sumerge C., digo solamente: no hace falta haber leído a C. para haber sido influenciado por sus letras, no sólo por obra directa de la grandeza del autor, sino por la cualidad que llamaría ondulatoria del lenguaje, en un medio propicio a la transmisión, como lo es la cultura. El lenguaje hablado y escrito de la época es tanto el medio de propagación, como la fuente de la que el autor se nutre y lee. Cómo dice Cortázar en sus “Preámbulo para las Instrucciones para dar cuerda al reloj”: ¨No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”. Julio C. sólo es el sujeto singular ofrecido en que la cultura, la palabra, la literatura se expresan no para el mismo Cortázar ni por el mismo sino que su época, escriba con Cortázar aquellos cuentos de los que él es un escriba esclavo. Sabemos que todo sujeto y todo autor dice mucho más de lo que sabe. Hasta un niño y uno no prodigio como Cortázar pudo estar ya en esas aventuras. Sus propias palabras reflexivas sobre como se escribió Rayuela llevan esta idea al límite: "Escribía largos pasajes de Rayuela sin tener la menor idea de dónde se iban a ubicar y a que respondían en el fondo (...) Fue una especie de inventar en el mismo momento de escribir, sin adelantarme nunca a lo que yo podía ver en ese momento"(Olga Martínez Dasi; http://sololiteratura.com/cor/biografias.htm). El fue el regalado no el que nos regaló a nosotros sus cuentos, regalado como reloj de una época.

Sorprende que en cambio otros autores fueran impermeables a esa corriente: su amigo Vargas Llosa habiéndolo leído a conciencia, en un prodigioso también, texto introductoria a los “cuentos Completos 1” de C. nos dice – a pesar de su noble intento por destacar la virtud escribidora y juguetona de Cortázar-: “Como la novela, como el teatro, el juego es una forma de ficción, un orden artificial impuesto sobre el mundo, una representación de algo ilusorio, que reemplaza a la vida. Sirve al hombre para distraerse olvidarse de la verdadera realidad y de sí mismo. Viviendo, mientras dura aquella sustitución, una vida aparte de reglas estrictas, creadas por él”. Vargas tiene otras líneas allí que estimo muy pertinentes a la obra de Cortázar, pero me tomo de estas que ayudarán a mostrar que esto es todo lo contrario que lo que la obra de Cortázar des-cubre. El corte de la realidad de C. muestra que la ficción es la que suponemos la realidad.

En Rayuela o en 62/Modelo para armar o tantos otros, el corte al azar contradice lo que lo que el azar señala como casualidad, Corta azar, lo escribo así justamente para tomar desde las letras del apellido y mostrar lo que el psicoanálisis ha demostrado en otros lugares con rigor, que las letras no sin relación con lo real. Cortázar armaba y desarmaba cuentos y los trataba como si fuesen recortables; reunía tramas de realidades aparentemente distintas y así marcaba las letras de su propio nombre, también éstas son supuestas realidades heterogéneas

La escritura de C. y su juego desdicen una por una las afirmaciones vargasyoseanas (sic); Es esta realidad, ésta que creemos vivir la que es una representación de un mundo ilusorio, que impone un orden artificial sobre el otro mundo, esta realidad tangible la que es armada con espejos de ilusión, es la realidad la que nos tapa el real verdadero, tan verdadero que no se puede decir. En la realidad nos olvidamos no del si mismo, pues el si mismo es la ilusión que provee nuestro ensimismamiento, mientras que en la dimensión de la ficción literaria, se devela no el ilusorio yo, sino lo que el esconde: la trama inconsciente que proveé él la fuente de toda actividad creativa y por otra parte da atisbos de un sujeto inconsciente que se representa en la metáfora literaria. Eso (Nietzche, Freud, Grodeck, Hedegger; Lacan) habla gracias a que el yo de la realidad logra ser burlado. Es la otra la que tiene unas reglas estrictas que hacen nuestra realidad, que tratamos vanamente de cambiar siendo que los hilos y sus hebras están en otra parte, mientras tratamos de cambiarlas en el mundo de la ilusión, por ejemplo de nuestras relaciones interpersonales que jamás podemos armonizar.

La lectura parcial que he podido retomar en estos días de Cortázar, apunta exactamente a lo opuesto que sostiene Vargas Llosa, del que destaco en cambio la excelencia del resto de su prólogo; pero este punto revela justamente cuánto el yo es un desconocimiento de aquella otra trama, a la que alude la fantasmagoría de C., no es que él pudo haberla dicho en que consiste de manera exacta, sino que ha aludido a su existencia, al tipo de existencia-inexistencia, al modo en que existen y desaparecen los espectros, que asedian nuestra realidad y la constituyen.

C. devela la existencia de los fantasmas, de otro modo que Poe, también por que los fantasmas tienen otro contenido y están actualizados a los mundos en que Cortázar habita, latinoamericanos, franceses, romanos, griegos, marcianos. Pero además por diferencias con la excelencia de la técnica Poetiana. Planteo que la ruptura cortezana del relato, sus piezas para armar y desarmar de cada obra, la sintaxis más compleja que la de Poe, producen un efecto distinto que el de los fantasmas de éste, el estilo no muestra lo siniestro como en Poe; tampoco provocan el terror de E. A. Poe. En ello radica la singularidad del fantasma que comanda cada cual, aquel verdadero creador de sus obras, el horror que podemos deducir está en el origen y génesis en estos autores. Trataré de mostrar en ejemplos esta idea: Delia, es un nombre recurrente en los Cuentos de C., en ... ella es una joven que desde el principio sabemos la rodea un hálito por la muerte de sus dos novios, y suponemos que Mario seguirá a sabiendas el mismo camino; al final es él quien casi la mata a ella, cuando ella se revela en un modo casi como en Poe, como un ente perverso, pero no por su entrañamiento explícito con la muerte, sino por su pasión por la confección de bombones y preparación de licores, con los que ha venido femeninamente seduciendo, hasta llegar a un climax orgásmico en una cucaracha confitada -presumiblemente base de todas sus recetas-, que en la confusión de la escena da a Mario cuando se ha transformado por su propio pedido en novio. Allí Mario que estaba seduciéndose con ella, suponiendo un sufrimiento femenino por la muerte de sus novios, ahora al develársele ella como mujer cucaracha, con la que estaba a punto de casarse casi la estrangula ... y C. la salva. Ya desde el epígrafe de Circe, sabemos que lo inspira a C. un prototipo fantasmático de mujer perversa que seduce a los hombres para matarlos entrampados en la maraña –es Delia de apellido Mañara (sic), en el vacío que se abre para el varón.

También es protagonista de Llama el teléfono Delia, esa mujer que no perdona en su llamado de postmortem al padre de su hijo. Historia que evoca a la de Julio, cuyo padre desapareció desde los seis años del autor, --Florencio es el segundo nombre del escritor que lo distingue del de su padre Julio Cortázar, o que lo distingue de él. Este fantasma de mujer teje las obras de Cortázar, se revela como su propio fantasma, aquel cuya lógica escribe sus obras, la musa que le sopla qué escribir. Es su fantasma nos lo dice también la circunstancia en que escribe Circe, es su modo de curarse de una pequeña locura de ver cucarachas en la comida. En ese estado estuvo cuando estudiaba para traductor de inglés y francés, logrando reducir el tiempo de dos años a nueve meses. Así como Lacan lo señala en Joyce escribiendo Ulises, Cortázar lo hace destejiendo su cuasi delirio y retejiéndolo en Circe: “la gente pone tanto inteligencia en estas cosas y como de tanto nudo agregándose nace al final el trozo de tapiz- Mario vería a veces el tapiz, con asco con terror, cuando el insomnio entraba en su piececita para ganarle la noche”. Ese desapericeimnto del padre deja un vació que un fantasma inconsciente llena, para fijar un sentido. Si Cortázar nos hubiere escuchado, tal vez hubiese proferido un cuento para conjurarlo, no una aceptación, pues ello fue retejido en la trama de la palabra del cuento, no de relato autobiográfico sabido ... habla más de lo que sabe, no de la realidad, sino cómo ésta se le entrama a él, sin saber de los hilos que construyen su existencia.

Si por una parte podemos aludir a esta influencia a la que Cortázar se sumaba de tal literatura, que algunos han llamado fantástica y otros con razones han desestimado como tal. Es una literatura que tildo de nutrida en Poe y Borges, con un gustito en principio norteamericano, pero muy sudamericana y porteña y de temática hasta indígena para eurpoeizarse y cuboideologizarse posteriormente.

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