jueves, 8 de julio de 2010

Hacia el sujeto de Freud y del psicoanálisis. Autor: Pablo Grosz S.

‘Lo que hubo es lo que habrá, y lo que hacemos es lo que se hará
y no hay nada nuevo bajo el sol’ (Eclesiastés, 1:9) [iii]

Una invitación para participar de un congreso psicoanalítico en Israel, rezaba así:

La manera que tiene Lacan de descifrar los textos es conocida desde hace tiempo. Desde milenios, en efecto, los judíos se empeñan en estudiar, comentar, explicar el texto sagrado a partir de reglas que son: la interpretación metafórica y metonímica, la inversión de sentido, el recorte de la palabra en fragmentos distintamente significativos, su recomposición invertida o alternada, la lectura al revés, la conexión con otras palabras que comparten una misma letra, la combinatoria numérica, etc. (...) [iv].

Bastaría, a quien esté familiarizado con el psicoanálisis, afirmar que tal hermenéutica enraíza su método de trabajo en el Talmud y en la Kabaláh; lo que estos textos realizan con la palabra bíblica, en el psicoanálisis se realiza en la palabra del Sujeto.

En el análisis del olvido del nombre “Signorelli” presentado como paradigma de actos fallidos de la vida cotidiana encontramos elementos que permiten proseguir la investigación. En efecto, se destacan determinantes adicionales para el célebre olvido del propio Freud, que si bien no lo descubrió explícitamente en su análisis, dejó marcas que permiten seguir un sendero. El recorrido es análogo al que George Haddad encuentra en La interpretación de los sueños, en tanto es: 1) Una marca hebrea; 2) Inconsciente; 3) Lugar inaugural en la obra de Freud; 4) De carácter paradigmático, deviene formación inconsciente del propio Freud que cruza, de distinto modo, la Traumdeutung y la Psicopatología de la vida cotidiana). En resumen: 5) Una letra que insiste en inscribirse y cuya localización en la cultura judía es la puerta de un hogar o habitación.

1. Una letra sagrada en La Interpretación de los sueños, descubierta por Haddad y Lacan.

Situar el Talmud como fuente del psicoanálisis, constituye parte de la exploración llevada a cabo por Gérard Haddad. Es posible citar para proseguir luego con lo que nos proponemos agregar un aspecto del análisis que hace Freud del sueño de Irma (Haddad, 1981), sueño que es, sin duda, pilar de la obra fundamental de Freud: Die Traumdeutung [v].

Freud, sueña (1979) que indica a Irma paciente que allende el sueño ha rechazado esa indicación, esto es, la cura psicoanalítica una solución de trimetilamina, ‘(...) la formula está impresa en caracteres gruesos, como si quisiera destacar del contexto algo particularmente importante’ (p.137) comenta Freud. Por su parte, Haddad analiza esta solución, en lo que podríamos llamar sus tres elementos: tri: tres, met: muerte, min: sexo (los dos últimos son términos hebreos). Es decir, la trimetilamina encierra, en sus caracteres, lo que llegarán a ser los tres fundamentos de la teoría psicoanalítica: triángulo edípico, sexualidad y tánatos o pulsión de muerte.

Pero Haddad, no se detiene en el umbral, llega hasta la estructura molecular de la trimetilamina; descubre que su fórmula se corresponde geométricamente con la letra hebrea shin [vi], la que evoca a Dios por su letra inicial, abreviación de uso frecuente, uno de sus apodos o alusiones (Todopoderoso: shadai: שּׂדּ; el hebreo corre de derecha a izquierda y no posee escritura necesaria en las vocales). Pero, a su vez, este nombre es abreviatura de otra alusión, compuesta de tres palabras Shomer Dlatot Israel: “el que cuida las puertas de Israel”. La letra shin, cuya estructura de carácter sagrado ya detectó Lacan (1987) aunque por motivo no explicitado se inscribe en las puertas, en las mezuzot que los hogares judíos tienen clavados en el marco de las puertas, indicando que allí habita un hebreo [vii]. La ubicación de la mezuzá, en la puerta, coincide con el lugar de la inyección de Irma y constituye el primer análisis paradigmático en la obra escrita de Freud: en la entrada, se ubica la letra shin (ש). La letra es, además, la inicial del nombre hebreo de Freud, Shlomo (Salomón).

Hasta aquí hemos parafraseado a Haddad pudiendo parecerle al lector todo ello un sinsentido o, a lo menos, un cúmulo de afirmaciones sospechosas. Las próximas evidencias que presentamos concernientes al rol que juegan tales raíces en el inconsciente freudiano, confirman la hipótesis de la inscripción hebrea y de su marca en la génesis del inconsciente psicoanalítico, de sus huellas en la técnica de desciframiento.


La huella en la Psicopatología de la vida cotidiana.

‘Lo que tenía que decirles sobre los Nombres-del-Padre, en efecto no intentaba otra cosa que el cuestionamiento del origen, es decir averiguar mediante qué privilegio pudo encontrar el deseo de Freud, en el campo de la experiencia que designo como el inconsciente, la puerta de entrada’ (Lacan, 1987: p. 20).

Luego de haber repasado el análisis de Haddad y agregado algunos comentarios, aportaremos lo que nos parece un interesante hallazgo en la Psicopatología de la vida cotidiana, con el “Olvido de nombres propios”. Allí, Freud, está interesado en mostrar que el psicoanálisis permite la lectura del inconsciente en base a errores y actos fallidos de la vida diaria. Recordaremos aquí su olvido, del que Freud, tan metódico y sistemático como siempre, sin embargo, no repara; no podría ser de otra manera, sólo lo preconsciente nos es accesible, no así lo inconsciente. Freud nos cuenta de su viaje en tren con destino a la Herzegovina al momento de entablar un diálogo con un desconocido; éste le comenta, primeramente, cómo los residentes turcos de la zona se resignan ante la muerte y confían en el médico; según le contara un colega, cuando alguien muere dice: ‘Sr. (Herr), ¡Qué le vamos a hacer! ¡Sabemos que si hubiere sido posible salvarle, le habrías salvado!’ (Freud, 1979b: p. 756). Con posterioridad, Freud recuerda un segundo comentario anecdótico, en el cual, por referirse a un tema escabroso, omite al relator. El recuerdo gira en torno a la importancia que conceden los turcos a la vida sexual; le dicen al médico: ‘Tú sabes muy bien, señor (Herr), que cuando eso no es ya posible, pierde la vida todo su valor’ (p. 756). Este diálogo precede al olvido de Freud y luego pregunta su interlocutor si ha visto en Orvietto los frescos de ‘Las cuatro últimas cosas de... ‘ (p... 756); en sustitución del nombre olvidado, menciona a Boticcelli, y luego a Boltraffio, sabiendo que yerra; un tercero, allí presente, le recuerda que se trata de Signorelli.

Las asociaciones y el análisis método que propone en este capítulo lo llevan a considerar como determinante del olvido, un proceso represivo asociado al tema que decide evitar conscientemente, que incluye sexualidad y muerte: en la ciudad de Trafoi le habían comunicado acerca del suicidio de un paciente al que atendiera durante largo tiempo aquejado de una perturbación sexual incurable; suceso triste que lo afecta, aunque evite pensar en ello. Freud, explica su método para encontrar los determinantes del olvido del nombre propio y la consiguiente sustitución por otro. En su análisis, maneja los nombres de un modo análogo a cómo se manejan las imágenes gráficas que aluden a fragmentos de frases, con la que se forma un jeroglífico (p...758):

Freud concluye que los condicionantes del olvido del nombre acompañado de un recuerdo erróneo son:

a) Una determinada disposición para el olvido del nombre.
b) Un proceso represivo llevado a cabo poco tiempo antes.
c) La posibilidad de una asociación externa entre el nombre que se olvida y el elemento anteriormente reprimido.

Nos ocuparemos, no obstante aquí, a más de un siglo del hallazgo freudiano, de otras condiciones para el olvido del significante Signorelli, no consideradas por el autor y que se refieren a la letra a) antes citada. En primer lugar se destaca una repetición: Signorelli → Signor/Elli. Elli ―como recordarán cristianos y judíos― significa “Dios mío” en hebreo y deviene vocablo conocido transculturalmente; baste recordar las últimas palabras atribuidas a Jesús en la cruz. Freud, parece haber olvidado a Dios en la palabra que lo alude y ha repetido su olvido: Olvidando al señor (Signor) y en su lugar recordando a Boticcelli (1); olvidando a Elli en Boltraffio (2); en el mismo análisis posterior al acto de olvido en el tren, pues no considera la palabra Elli, significante definitivo para el judío que habita en Freud (3). El propio Freud la deja gráficamente subrayada, es decir, consigna su marca (ver figura 1).

Lo hasta aquí expuesto parece ser suficiente para afirmar, que todo ello es expresión simbólica de la muerte del padre, y por extensión metafórica, de la muerte de Dios. Lacan, así lo muestra en consideración exclusiva a la palabra Herr: ‘El término Signor pasa hacia abajo, Herr: el Amo absoluto, la muerte absoluta para decirlo todo, desaparece allí. ¿No vemos perfilarse, tras ello, todo lo que Freud necesita para encontrar en los mitos de la muerte del padre la regulación de su deseo? Después de todo coincide con Nietzsche para enunciar con su propio mito que Dios ha muerto’ (Lacan, 1987: p. 35). Esto pudo decirlo Lacan, sin haber notado el significante Elli, lo que comprueba, una vez más, la aptitud de Lacan para ver en la profundidad, para ver las estructuras que alientan las olas, sabía que el significante Elli rondaba por allí. Algo referido a la muerte del Padre, se verifica en Moisés y la religión monoteísta, en tanto que Freud entrega una versión diferente de las escrituras sagradas que le vienen de su padre y de su abuelo [viii], relativa al origen y al supuesto asesinato de Moisés [ix].

Partir de la palabra, se trata de la misma técnica que utiliza Freud para el análisis del significante Signorelli― y que manifiesta la fuente talmúdica sintomáticamente olvidada. Nos ha dicho Freud, en el texto en cuestión, cuán frecuente es su olvido de nombres parecidos al suyo. Sin percatarse, igual cosa le sucede aquí:

Sig/norelli. Tenemos entonces: Sig: Sigmund: S. Lo que nos da: S/ignor/elli, es decir, “Sigmund ignora [x] a mi Dios”, lo cual, podría aludir al imperativo: S: ¡Ignora s mi Dios! O en su defecto, una afirmación: (Sig) ignores Elli. Esta muerte simbólica y negación del padre permite que lo reprimido rebrote en el psicoanálisis. El psicoanálisis sólo puede nacer con la muerte de la religión, con la muerte simbólica de Dios. La causa proviene del inconsciente y no de Dios. Es, bajo este expediente que se atraviesa una cura y que se adquiere libertad sobre los síntomas. Para que surja el sujeto, la operación psicoanalítica requiere de esta muerte simbólica. De Sig ignores elli, surge una pregunta: ¿Quién habla? ¿Quién dice, ―Sigmund ignora a mi Dios?. Sólo puede ser un Sujeto que habita en Freud ¿No es acaso expresión de un Sujeto del inconsciente [xi], cuyo Dios es ignorado, que viene del padre?

Nos encontramos también aquí con alguien que acuña esta obra fundadora que es el psicoanálisis: Sign/or/Elli: “Firma la Luz de mi Dios”. En hebreo or es luz; or elli, significa: la luz de mi Dios. Si Freud no ha tenido reparos en considerar en su análisis, varias lenguas a la vez, no vemos obstáculo para que la palabra inglesa sign, (signe, en francés), junto con los términos hebreos con los que Freud muy probablemente se encuentra, no puedan ser incluidas también aquí.

Es como si un Sujeto dijera que en el escrito de Freud permanece la rúbrica negada de la luz de Dios; luz que no se extingue con su desplazamiento. En igual dirección nos lanza el término, signo: “Signo de la luz de mi Dios”. Es una luz quien habla, un reflejo del Padre, algo y alguien que es signo de su luz, aunque Freud ignore tanto a Dios, como al sujeto que lo habita. Una afirmación diferente nos re-orienta, si no la leyéramos en este jeroglífico, deberíamos pronunciarla nosotros mismos: Sig/nor/Elli; (ni) Sig (mund) ni mi Dios. Si no es ni Sigmund, ni Dios, ¿Quién es, entonces? No es el yo, no es el Freud que cree haber dispuesto el psicoanálisis conscientemente; tampoco su Dios, ni el Dios del Sujeto. Es el lenguaje el que ha permanecido, que ha llegado hasta aquí vivo, que viene de Moisés, de la palabra de su Dios anterior a Moisés.

Pero, retornemos al olvido de Signorelli; recordemos que Freud relata que el cuadro de las cuatro últimas cosas, está en la Catedral de Orvietto. Sabemos que se trata de un fresco apocalíptico que comparece junto al del juicio final. Un juicio, ciertamente, amenazante tratándose de un judío que representaría la negación de Dios. Al análisis del sueño o del olvido, es menester la interpretación; según la ley descubierta por Freud han de contar las asociaciones del sujeto en cuestión. Esa es la distinción que se confronta con los métodos anteriores en orden a descifrar sueños: no llamaríamos con justeza, interpretación psicoanalítica, a la que no se rigiera por tales asociaciones.

Por una parte, la concatenación de las sílabas; por la otra, la co-incidencia de la localización del significante trimetilamina en la hermenéutica del sueño con su letra subyacente Shin [xii], permiten sostener la hipótesis de la inscripción hebrea, del Dios monoteísta y, sobre todo, de la metodología de desciframiento talmúdica y cabalística. Esta hipótesis se sostendría si no contáramos con las asociaciones de Sigmund Freud pero, aún siendo así, las poseemos: a continuación de su análisis de Signorelli, inmediatamente después, prosigue con el capítulo referido al “Olvido de nombres extranjeros” (Freud; 1973b) ―Elli cabe en esta categoría. Freud hace referencia a la conversación con un joven judío, el cual, se refiere a la condición social del pueblo al que pertenecen; se lamenta de que su generación estaba destinada a la atrofia (término proveniente del griego: a, privado de; trophé, nutrición). Podemos continuar avanzando y retrocediendo por la red significante de Freud, y reencontrarnos con lo mismo repetido, en: Signor/elli Boticc/elli Bol/traffio; no aparece ya elli, pero el significante atrofia se ubica en su lugar.

No lo olvidemos, Freud comienza La interpretación de los sueños, citando a Virgilio: Flectere si nequeo superos, achorenta movedo: Si no puedo conciliar a los dioses celestiales, moveré a los del infierno (Freud, 1987: p. 1). Freud no puede conciliarse con Dios, esta es la idea en juego; la cita se opone a la concepción de un Dios único, terriblemente inquietante para el espíritu judío.

Referencias

Freud, S. (1979). La interpretación de los sueños. El método de la Interpretación de los sueños. Análisis de un sueño paradigmático. (pp. 118-141) En J.L. Etcheverry (Trad.) (9a reimpresión),Obras Completas v. IV. Buenos Aires: Amorrortu. (Original en alemán fue publicado en 1900)
― . (1973). Psicopatología de la vida cotidiana. Olvido de nombres Propios. En Luis López Ballesteros y de Torres (Trad.) (3a edición), Obras Completas v.I. (pp. 755-758). Madrid: Ed. Biblioteca Nueva. (Original en alemán fue publicado en 1901)
― . (1973b). Psicopatología de la vida cotidiana. Olvido de palabras extranjeras. En Luis López Ballesteros y de Torres (Trad.) (3a edición), Obras Completas v.I. (pp. 759-931). Madrid: Ed. Biblioteca Nueva. (Original en alemán fue publicado en 1901)
Grosz, P. (1989). Hacia el sujeto del inconsciente del psicoanálisis. En El Discurso Psicoanalítico v. I (pp. 48-51). Santiago: Editorial Gonzalo Hidalgo.
Grosz, P. (2005). El sujeto de Freud y del Psicoanálisis, en Revista Babel, 2005. Universidad Bolivariana. Editor: Sergio Witto y Patricio Vergara. Vol. 1 N0 3-4.
Hadad, G. (1981). El hijo ilegítimo. Israel: La semana.
Lacan, J. (1987). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. En J. Lacan, El Seminario. Libro XI: Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Barcelona: Paidós. . (Original en francés publicado en 1973)
__ . (1988). El Seminario. Libro II: El yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica. Barcelona: Paidós. (Original en francés publicado en 1978)
― . (1992). El Seminario. Libro XVII. El reverso del Psicoanálisis. Barcelona: Paidós. (Original en francés publicado en 1975)

Notas:
[i] Este artículo está contenido en Grosz, 1989. Por error se publicó, entonces, con una página de menos. Aparece aquí corregido y con algunas modificaciones [Nota del E.]. Se reproduce aquí el artículo tal como se publicó en Revista BABEL (Grosz, 2005) de la Universidad Bolivariana.
[ii] Psicoanalista Asociación Lacaniana Internacional, Fundador y ex Coordinador del Consultorio Plus, ex miembro de Grupo Plus). Ex Profesor de Psicopatología y Psicoterapia psicoanalítica, Universidad Bolivariana. Coordinador y fundador de Agrupación Psicoanalítica Lacaniana: Sigmund Freud. Psicólogo en Fundación de niños en riesgo ¨Or Shalom.
[iii] Se trata de una traducción del hebreo y corresponde al autor del presente artículo [Nota del E.].
[iv] Traducción del original francés, gentileza de Colette Debeuf. La cursiva es nuestra.
[v] Rafael Parada me ha sugerido que La significación de los sueños, sería una traducción más acertada.
[vi] Shin = שּׂ. Lacan vio en la estructura triple, de la Trimetilamina el significante AZ, representando el símbolo, el lenguaje, el significante arbitrario: ‘Podemos examinar la estructura de esta palabra, que se presenta aquí en forma eminentemente simbólica pues está hecha de signos sagrados.
CH3 CH3 CH3
Az’ (Lacan, 1983/1988: p. 240).
[vii] La mezuzá contiene un pequeño pergamino enrollado, que lleva el rezo ¡escucha Israel! (shma Israel, que se inicia, igualmente, con la letra shin).
[viii] De su biografía sabemos, concretamente, del regalo que recibió de su padre, se trata de la Biblia de éste encuadernada en cuero.
[ix] En el Seminario 17, Lacan cuestionará las fuentes de las que se vale Freud para especular sobre el asesinato de Moisés (Lacan, 1992).
[x] El mismo Freud verifica el papel de palabras extranjeras en los olvidos. Ignore es inglés, y coincide con la misma raíz en alemán y español; todas lenguas que Freud dominaba. En su lengua materna S ignor(ier)e lli, en imperativo se diría ¡Ignorieren El!, ¡Ignorieren Sie, Sigmund! (¡Ignore a Dios ¡Ignore Ud., Sigmund!). Todas las letras están presentes en Signorelli.
[xi] Expresión acuñada por Jacques Lacan, para referirse a aquel sujeto inconsciente que no es el yo.
[xii] Agregamos aquí que es también la letra Sin, según donde se inscribe sobre ella un punto, lo que le da la fonética de la S, de Sig....

lunes, 5 de julio de 2010

Blade Runner: El sujeto replicado. Autor: Osvaldo Silva M.

Seminario: El Edipo y sus vicisitudes.Coordinadora: Mariana Fagalde.

“Si los registros del ser están en algún lado,
a fin de cuentas, están en las palabras.
No forzosamente en palabras verbalizadas.
Puede que sea un signo en una muralla…
( )…No queremos decir otra cosa cuando decimos que
el complejo de Edipo es esencial para que el ser humano
pueda acceder a una estructura humanizada de lo real”.
(Jacques Lacan, Seminario de Las Psicosis)

Freud desplazándose a lo largo de las coordenadas de su teoría denuncia un límite: existiría una roca mítica que permanece inalterable, que se hace imposible atravesar y que, según intuye, se encontraría en algún lugar situado en los orígenes de sus pacientes neuróticos. Momento cronológicamente inaprensible, aunque rastreable en la narración de las infancias de los sujetos. Una especie de parto que prescinde de las huellas amnióticas de rigor. Parto que no deja rastros de sangre, pero que no está exento de dolor. Parto que invierte su dirección, que ya no trata de una expulsión, ya antes realizada, sino de una incorporación, un acceso a un gran útero atemporal, a una gran matriz virtual que nos preexiste y que, al mismo tiempo, nos permite quedar entramados en la compleja red de relaciones con nuestros semejantes. Una enter-password que nos permite el acceso a lo humano propiamente tal.

Si bien Freud parece no haber explicitado su teoría del sujeto, parece también cierto que ella se encuentra cifrada a lo largo de toda su obra, constantemente referida y entre líneas. Entonces Lacan hará gala de su perspicacia y disciplina para, en su retorno al maestro, despejarla y, de pasada, disfrazado de una relectura, proponer un paso más en su elaboración.

En este recorrido, según alcanzo a entender, cobrará una importancia esencial el tema del Edipo. Drama amoroso familiar revestido de celos y envidias que unido al concepto de castración se alzará como respuesta mítica a ese momento crucial en la estructuración del sujeto en el contexto particular de la experiencia psicoanalítica.

Este trabajo pretende ser un intento de dar sentido a mi propia elaboración del tema, a mi propio recorrido teórico aún incompleto, a mis propias dificultades y malos entendidos, pero también a mis aciertos…Al menos eso espero.

Para ello me valgo del ejemplo de los maestros: Freud lee a Sófocles y su Edipo Rey. Por su parte Lacan hace lo mismo con Poe y su Carta Robada. Todo ello con el fin de mostrar en movimiento los conceptos acerca de los cuales teorizan. En este caso, guardando las proporciones, obvio, yo veo a Ridley Scott y su film “Blade Runner” y ello me permite pensar el Edipo y el origen del sujeto en 35 mm. Y así poner en contexto, en relación, mis avances hasta ahora sobre el tema. Lo demás…a la salida de la función…

Sujeto y Psicoanálisis.

Sin duda el tema del sujeto no es un tema ligado específicamente al psicoanálisis. Lo vemos abordado desde una serie de perspectivas distintas. Ya desde la filosofía, la religión, la literatura o en el arte en general. Quizás lo particular del psicoanálisis sea el lugar donde intenta pensar a ese sujeto. La ubicación donde intenta localizarlo.

Freud, quizás sin quererlo, o quizás sí, a través de su trabajo destituye al yo, a la conciencia, de su protagonismo dentro del pensamiento occidental, ilustrado, heredero del Renacimiento. Relega al sujeto hacia una zona desconocida, una dimensión oscura y profunda, desde donde solo podemos acceder a sus efectos visibles solo en la superficie. Revolución copernicana que alborota la susceptibilidad de su época y que estrena, no sin escándalo, lo que será su “psicología de las profundidades”.

El impacto deja heridas y fracturas expuestas. El animal humano ya no sería tan libre como se solía pensar. El libre albedrío es denunciado como una simple ilusión y la fe en el individuo, consciente, racional, se pierde para siempre. Incluso Dios se estremece.

El psicoanálisis viene a postular nuestro total sometimiento a los determinismos tan dominantes como cualquier otra especie. Excepción hecha de nuestras habilidades lingüísticas y nuestro raciocinio que nos aparta de una relación directa con la naturaleza, que la hace imposible. Habilidades peculiares que inéditamente nos da la posibilidad de preguntarnos por nuestra propia existencia o amar, odiar, mentir, hacer chistes y darle a la sexualidad la más variada gama de variantes.

Entonces desde Freud surge un nuevo sujeto, uno más bizarro, un sujeto que en psicoanálisis se le denomina del inconsciente, siendo a su vez el inconsciente la condición de esta subjetividad. Una subjetividad escindida con la que tendremos que arreglárnosla y que, según Lacan, piensa donde no es, luego es donde no piensa.

Un sujeto que por un lado renuncia a la satisfacción de sus deseos en pos de la convivencia con sus prójimos y que por otro lado se rebela ante esta adecuación, que nunca se apacigua completamente, que siempre manifiesta, de una u otra forma, el inevitable malestar que le produce la cultura.

Pero ¿Cómo rastrear el momento en que este sujeto hace su aparición en escena?

Pienso que el trabajo teórico de Freud apuntó en esa dirección quizás sin proponérselo de manera concreta. Que en algún momento surgió como una necesidad práctica, un eslabón necesario para continuar pensando el psicoanálisis, y que el despliegue que elabora acerca del complejo de Edipo tiene que ver con una construcción, con un intento de respuesta en ese sentido.

Si Freud tiene que recurrir al mito debería hablarnos de lo inaprehensible de ese momento, de su condición límite a toda explicación causal. Aún así él insiste y da muestras de su genialidad. Lo construye en la medida que avanza, en la medida que surgen obstáculos y con ello le da el sello que acompañará, en todo momento, a la disciplina que inaugura.

El recorrido del psicoanálisis no es fácil, a Freud le lleva toda una vida y en algún momento incluso se confunde con ella. Su teoría lo abduce. Nada parece interesar fuera de sus límites, aún así transmite su deseo de que sea constantemente repensada, que esté siempre en movimiento, que nunca se pueda decir la última palabra y caer en la ilusión de un saber establecido.

Me parece que es eso lo que convierte al psicoanálisis en una experiencia única. Transmitida desde la propia e irrepetible marca de la seducción a través de la cual nos dejamos atrapar por ella. Cosa que, según creo, no deja de tener efectos en nuestro trabajo clínico.

Es dentro de esta experiencia cuyas coordenadas parecen ser la sexualidad y la muerte, que acepto el desafío de ahondar en sus conceptos y, en este caso en especial, pensar acerca de este sujeto que es, de alguna forma, efecto mismo del psicoanálisis. Trayecto durante el cual repetidas veces me encontré con la escena edípica lo que me hizo sospechar su crucial importancia y, también, imposible no abordarla.

Escena que me hace pensar en Freud como un miembro más dentro de una especie de gran hermandad que a lo largo de la historia ha cuestionado el sujeto de su época. Si en la Edad Media el golem, como criatura que surge del deseo de crear un ser humano copiando la receta de Dios, cobra vida a partir de una palabra fundamental, una de tal verdad que solo el hecho de grabarla en la frente de un modelo de barro traerá su despertar en medio de la oscuridad que rodea a los alquimistas, en la época del Romanticismo, será Victor Frankenstein quién retomará el intento por cuestionar los progresos de una ciencia que ambiciona divinizarse a través del nacimiento de su propia criatura y sus experimentos con la energía eléctrica como vía para conseguir el tan añorado soplo de vida.

Luego vendrá Freud, quién relevará a sus antecesores planteando su propia versión del surgimiento del sujeto humano en la época del individuo autoconsciente y autodirigido. Para ello hará entrar al espíritu santo, humanizador, a través del Edipo y la posibilidad de acceso a la cultura…y más tarde Lacan lo subtitulará con su teorización acerca del lenguaje y lo simbólico…

El momento del Edipo.

El complejo de Edipo no se encontraba en un principio. Freud tuvo que darse cuenta que, por más bien intencionados, sus pacientes le mentían para recién considerar que el trauma sexual de su revisada teoría de la seducción podía ser fantaseado. Desde entonces se ve llevado a plantear, aún en contra de la mirada escandalizada de su época, que en la infancia la sexualidad juega un importante papel.

En su texto “La organización genital infantil” de 1923 Freud confiesa “Es bien demostrativo de la dificultad que ofrece el trabajo de investigación en el psicoanálisis que rasgos universales y constelaciones características puedan pasarse por alto a despecho de una observación incesante, prolongada por decenios, hasta que un buen día se presentan por fin inequívocamente; con las puntualizaciones que siguen querría reparar un descuido de esa índole en el campo del desarrollo sexual infantil”. Desde aquí el encuentro con la diferencia sexual complejizará aún más el panorama del complejo de Edipo.

La adición de la amenaza de castración y el despliegue de la etapa fálica dará la articulación necesaria para darle la vital importancia a este período en la constitución del futuro sujeto.

Llega a ser tan importante que Freud, asumiendo las diferentes formas en que la escena edípica se atraviesa en el caso del varón y la niña, dirá en su texto “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos” a propósito de esta escena que “...es algo tan sustantivo que no puede dejar de producir consecuencias, cualquiera que sea el modo en que se caiga en él o se salga de él”.

La salida implica un logro cultural. Un ordenamiento de las pulsiones parciales polimorfas de la infancia al modo de una canalización necesaria para vivir en sociedad. Una cosa por otra, quid pro quo. No todo es posible. Habrá que asumir la propia castración. O como dice el versículo bíblico “Todo te esta permitido, más no todo te conviene, no todo te edifica”.

De alguna manera, pensándolo a partir del versículo anterior, la escena en que Adán y Eva son expulsados del paraíso me parece muy en la línea edípica pensada por Freud. El niño es expulsado de su paraíso imaginario consecuencia de la ley del Padre. Por comer, o intentar comer, de lo que no se debía es separado de la madre naturaleza. ¿Prohibición del incesto? Puede ser.

Lacan retomará el tema del Edipo insertándolo en una trama más compleja dándole un estatuto simbólico. El incorpora la dimensión del lenguaje trasformando este pasaje en un acceso a la posibilidad de formar parte de la humanidad.

Ya en su primer seminario, donde Lacan da especial énfasis al tema de lo simbólico, nos habla de la necesidad de reconocer la situación del sujeto en este orden simbólico, reconocer qué función asume el sujeto en el orden de las relaciones simbólicas que cubriría todo el campo de las relaciones humanas, y cuya célula inicial no sería otra cosa que el complejo de Edipo, lugar donde se decide la asunción del sexo.

Más adelante, en el mismo seminario nos dirá “El desarrollo sólo se produce en la medida en que el sujeto se integra al sistema simbólico, se ejercita en él, se afirma a través del ejercicio de una palabra verdadera...( )...Sin duda no cualquier palabra: en esto radica la virtud de la situación simbólica del Edipo...( )...Verdaderamente ésta es la llave, llave en verdad pequeña...” Pequeña, pero esencial para que el ser humano pueda “acceder a una estructura humanizada de lo real”. Al menos hasta que no se piense en otra posible llave.

Para Lacan está claro. Si el cachorro humano no es capaz de incorporarse a este orden que lo preexiste, que ordena su mundo en relación con sus semejantes no podríamos hablar de sujeto, de sujeto neurótico al menos. Sin la introducción del significante y sus leyes se estaría perdido.

Esa es la virtud del Edipo, el pasaje de la Madre al Padre vía la castración. Oportunidad de acceder a una posición subjetiva ante el Gran Otro, el Otro del Lenguaje, el reservorio de significantes, etc.

Por otra parte, y esto pensando en algunas de las críticas que se plantean a la teoría lacaniana, aquello no significa que un sujeto se hará más o menos humano según logre transformarse o no en una figura abstracta, etérea, un ectoplasma sin cuerpo arrojado de significante en significante condenado a vagar eternamente. Esto no haría más que olvidar la estrecha e imbricada relación existente entre los tres registros aportados por Lacan: real, simbólico e imaginario.

Según lo entiendo, para Lacan lo humano tendría la particular característica de ser una humanidad parlante, de ocupar esa compleja estructura de símbolos que es el lenguaje. Por un lado el acceso a sus leyes, pero también el modo particular en que hacemos uso de él una vez instalados. Cuerpo atravesado por este lenguaje. Palabra encarnada en un sujeto que habla y que no deja de tener efectos. Que de algún modo anuncia o cifra su deseo. Que de algún modo dice menos de lo que quiere, pero al mismo tiempo también lo excede. Sujeto radicalmente escindido, moi ( yo en francés, pero en su dimensión imaginaria) y por otro lado Je (sujeto en su dimensión simbólica). Sujeto del enunciado/Sujeto de la enunciación, respectivamente.

Si nuestra morada es el lenguaje, el deseo sería nuestro motor. Y el modo de acceso al estatuto de sujetos deseantes sería aquella mítica operación simbólica inserta en el Edipo, aquel primer significante, S1, Nombre del Padre, que a través de su acción metafórica primigenia nos inserta en la cadena simbólica donde se desplegará nuestro deseo. Deseo que se empeña en colmar una falta radical. La de aquel primer objeto perdido irremediablemente para siempre.

Ahí la clave de nuestro ser-humanos-en-el-mundo. Ser sujetos de un deseo que se juega en otra escena, cuya satisfacción plena se nos escapa, pero que al mismo tiempo nos mantiene en la promesa imaginaria de un goce posible. Ilusión que nos mantiene ocupados durante ese rodeo más o menos breve que es la vida mientras nos alcanza la muerte.

Debo aclarar que del sujeto que hablo es específicamente él de la neurosis. Sin acceso a la ley del significante no existe neurosis nos advierte Lacan. Por ello, la perversión y, sobre todo, la psicosis quedan en suspenso hasta otra ocasión.

Un poco de cine.

Si el breve recorrido que he elegido me ha llevado a tomar la escena edípica como momento simbólico crucial para la constitución del sujeto pensado desde el psicoanálisis, lacaniano específicamente, aquel primer encuentro con la ley del significante donde la metáfora paterna muestra todo su efecto humanizante, me queda intentar mostrar como podría pensarse su puesta en escena en el film que he escogido en esta oportunidad.

Luego de esta apretada sinopsis basta acomodarse en la butaca mientras las luces se apagan y comienza la función…

Blade Runner, film basado en la novela “Do Androids Dream Of Electric Sheep?” (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), del escritor Phillip H. Dick, fue dirigida por el director Ridley Scott y estrenada en las salas de cine en el año 1982. Un año después de la muerte de Jaques Lacan. Probablemente si él hubiese alcanzado a ver esta película habría tenido que escribir más de algún texto sobre ella. Mínimo.

La historia nos instala en el año 2019. La corporación Tyrell ha diseñado una serie de replicantes (androides) con el fin de realizar los trabajos indeseables para el ser humano. Nexus-6 corresponde a la generación más avanzada, fueron diseñados con una inteligencia equivalente a los ingenieros que los crearon. Debido a ello fueron considerados una peligrosa amenaza y se les prohibió habitar en la Tierra. Sin embargo, seis de estos replicantes, pese a todas las medidas de seguridad, escapan y logran llegar hasta nuestro planeta. La policía ha decidido encargar al detective Deckart (Harrison Ford) un blade runner, una especie de caza-replicantes, el trabajo de eliminarlos.

Deckart, eficiente y metódico, los irá eliminando uno tras otro y, en el trayecto, como de pasada, se enamorará de Rachel, una hermosa replicante modelo experimental.

¿Por qué escoger este film en particular? Básicamente porque me da la posibilidad de pensar el tema del sujeto a partir de estos personajes, los replicantes, que tratan de ser una réplica biomecánica tan fiel al modelo humano original que logran convertirse en una amenaza.

Se podría decir que en la novela de Mary Shelley, su Frankestein, se aborda el mismo tema. Claro, pero con la sutil diferencia que su criatura nunca deja el estatus de monstruo. Nunca llega al nivel de confusión con la imagen de su creador. No logra dar ese paso y creo que tampoco fue la intención de su autora. La deja en el nivel de una notable novela de ficción gótica. En cambio, La Corporación Tyrell, lanza al mercado su serie de replicantes bajo el sugerente slogan “Más humanos que los humanos” Precisamente por ello, porque logran poner nerviosa a nuestra especie, es que encuentro interesante mirarlos a la luz de la teoría psicoanalítica y detenerme a pensar un poco más en ellos.

Ya desde la primera escena se nos sorprende. Se ve a un obrero pasar a la oficina de un administrador de test mientras una voz en off lo presenta diciendo “Siguiente sujeto, Klowaski Leon”. Leon luego de ser sometido a la prueba queda al descubierto como replicante.

No resulta menor que aquel androide sea confundido con un humano y que se haga necesario exponerlo a una prueba que busca provocar una reacción emocional para reconocer su naturaleza biomecánica y delatarlo.

¿Cuál es el truco? Una sutileza: buscar su falla. Alguna vez, a alguien, en algún lugar le oí decir que si bien el momento en que el Nombre del Padre opera no nos es posible aprehenderlo directamente, siempre podemos tener noticia de su existencia a partir de sus efectos cuando no se realiza, a partir de los efectos de su falla operativa. Para ello, aquella vez, se ejemplificó con un caso de psicosis.

En el caso de un replicante conviene conocer un poco más acerca de su naturaleza. Ellos fueron diseñados para imitar a los humanos en todo, excepto sus emociones. Aún así, existía la posibilidad de que desarrollasen emociones propias debido al avance tecnológico con que fue creada la generación de los Nexus-6. Ella los hacía capaces de, en algún momento, poder sentir odio, amor, miedo, enojo, incluso envidia. Todo en el ámbito de las posibilidades. Previendo esta situación se tomó la precaución de dotarlos con solo cuatro años de vida. Período que los hacía emocionalmente inmaduros debido a que solo contaban con esos cuatro años para almacenar sus experiencias.

Hasta ahí nada hacía sospechar que un replicante fuera susceptible de humanidad. Solo que hubo un paso más: Se les implantó una serie de recuerdos, tomados de personas reales, que les creaba la ilusión de una vida con pasado incluido.

Hay todavía un segundo paso más: Rachel, la replicante experimental, prototipo de una siguiente generación post Nexus-6, en uno de los diálogos con Deckart se defiende de la acusación de ser un androide mostrándole al blade runner una fotografía de ella cuando pequeña junto a su madre. Deckart le pregunta por algunos otros recuerdos de su infancia. Aparece entonces uno en donde Rachel juega al doctor con su hermano y éste le muestra su pene. Cuando le toca el turno a ella de mostrar lo suyo, escapa asustada. Deckart se da cuenta que Rachel ha ignorado siempre su naturaleza replicante. Perfección asombrosa.

Con ello tenemos el cuadro más o menos estructurado. Una criatura replicante, biomecánica, que no solo es una computadora sino que también “carne”, poseedora de un cuerpo. A ello hay que agregar su manejo del código lingüístico que lo instala en lo simbólico con el detalle de agregarle todo un set de recuerdos prestados con lo cual el sujeto puede hacer manejo de un habla particular y replicar una existencia. Pero eso no es todo. Con el set de recuerdos pasados se incluye unos que tienen que ver con la sexualidad, específicamente uno sobre la diferencia anatómica de los sexos. Es decir que podemos intuir que se ha replicado incluso un complejo de Edipo.

Ya en este momento tenemos una réplica humana bastante exacta aunque en escala reducida. Y lo que viene es aún más sorprendente. Aún faltaba ese detalle, el de introducir la perspectiva de la muerte con la cual la maqueta replicante queda totalmente terminada. En un momento del film se nos aclara que los replicantes que volvieron a la Tierra escaparon debido a que supieron que su duración era solo de cuatro años de vida. Esto gatilla su idea de volver y encontrar a su padre-creador para pedirle alargue la cifra vital.

De esta forma podemos encontrarnos con un “sujeto replicante” que es capaz de preguntarse acerca de su propia existencia. Buscar respuestas a sus inquietudes existenciales e incluso enamorarse del protagonista y buscar un sentido para su vida. Un ser capaz de tomar decisiones que le permitan vivir de la mejor forma posible el tiempo que le resta. Lacan estaría fascinado. Su teoría del sujeto proyectada en 35 mm.

Algunas curiosidades antes de terminar:

En una escena una de las replicantes fugitivas, Priss, diseñada para dar placer sexual, lanza su frase para el bronce ante uno de sus creadores: “Pienso, luego soy”. Aplastante lógica cartesiana para definir su existencia como ser individual. Otra cosa a recordar en ese sentido: el blade runner se llama Deckart, curiosa homofonía con Descartes. Quizás es en esa frase donde queda al descubierto la falla que buscan los caza-replicantes…No Priss…el ser humano piensa donde no es, luego es donde no piensa…De ahí quizás lo impredecible de sus emociones…talón de Aquiles para todo replicante.

Bibliografía.
Freud, Sigmund. Obras completas. Amorrortu editores. B. Aires.

· La interpretación de los sueños (1900(1989)).
· Tres ensayos de teoría sexual. (1905).
· Tótem y tabú - Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos (1913 [1912-13]).
· Introducción al narcisismo – 1914.
· La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad). (1923).
· El sepultamiento del complejo de Edipo (1924).
· Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925).

Lacan, Jacques.

· Seminario Los escritos técnicos de Freud : 1953-1954. / Jacques Lacan ; texto establecido por Jacques-Alain Millar. Paidós. Barcelona.
· Seminario Las Psicosis: 1955-1956 / Jacques Lacan ; texto establecido por Jacques-Alain Millar. Paidós. Barcelona.
· "El mito individual del neurótico".Intervenciones Y Textos. Ed.Manantial

jueves, 3 de junio de 2010

El niño lobo de Aveyron. Autor: Sergio Meza O.

I.- A modo de presentación.
Se ha dicho que, una vez puesta la mano sobre el arado, no es posible volver la vista atrás, so pena de volverse estatuas de sal. El mito nos insinúa – una vez más – que salidos del bosque-útero materno ya no es posible volver a él, aunque, a veces, se sienta nostalgia del olor a tierra mojada bajo la lluvia y se mire hipnóticamente la luna llena sobre la cordillera. Parecería que echamos de menos algo, que existe nostalgia de una totalidad y seguridad insondablemente perdida en este proceso...del lobo al niño...del niño al hombre...del hombre al loco...[¿del loco al superhombre? ] (1). Con la esperanza que en este proceso hayamos ganado algo]. (2)

Algo de esto queremos reflexionar en este trabajo. Acerca de nuestra condición de seres humanos salidos del bosque, como niños lobos; convertidos, cada vez más, en lobos locos, en ciudades contaminadas y enajenadas. El caso de Víctor, el salvaje de Aveyron y su relación con Jean Itard nos parece paradigmática y un buen punto de partida.

I.1.- Temática:
Este caso nos cuestiona entrañablemente, planteándonos algunas preguntas. Por lo que queremos avanzar en dos direcciones problemáticas, que indudablemente se interconectan y retroalimentan recíprocamente:
(i) Primer niño loco y último niño lobo. Primero, es la pregunta por la naturaleza de lo humano, por la condición de sujeto y la (supuesta) división entre el estado de naturaleza y el estado de cultura. En su base se encuentra la discusión filosófica-antropológica-sociológica-psicológica que desemboca en todo el proyecto médico-filosófico que se denominó la Paidopsiquiatría.
(ii) Alfa y omega del lobo loco. Segundo, es la pregunta, en un momento histórico determinado, por el tratamiento del sujeto. Esto implica una posición normalizadora-pedagógica. En su base se encuentra el proceso de socialización y normalización ideológica, que desemboca en el proyecto médico-pedagógico para la Paidopsiquiatría. (3)


I.2.- Metodología.
Es importante señalar nuestra orientación metodológica, puesto que no considerarla puede producir malos entendidos en la lectura del informe. Intentamos utilizar el método dialéctico que “asume que el objeto se constituye precisamente por una mutua negación de polos, y que esto ocurre en un proceso histórico (...) se parte del presupuesto de que persona y sociedad no simplemente interactúan como algo constituido, sino que se constituyen mutuamente y, por consiguiente, que negándose uno y otro, se afirman como tales (...) La acción humana es por naturaleza ideológica (...) [por ello] cada acción concreta, simultáneamente plasma y configura ambas realidades: sociedad y persona”. (4)

Es interesante considerar, desde esta orientación metodológica, que los fenómenos estudiados se desenvuelven en un doble proceso, a dos niveles: ontogenético, es decir, el crecimiento del individuo reprimido desde la primera infancia hasta su existencia social conciente; y filogenético, es decir, el crecimiento de la civilización represiva desde la horda original hasta el estado civilizado totalmente constituido. (5)

Consideramos estas orientaciones para evitar realizar un análisis funcional positivista de la relación Víctor – Itard. No queremos utilizar el “esquema anatómico – clínico clásico, es decir: síntoma + etiología= diagnóstico [de ahí] pronóstico y tratamiento” (6), lo que consideraría tomar los pasajes de la película como cosas (hechos sociales) (7) o síntomas que nos sirvan para explicar mecánicamente un fenómeno. Al contrario, queremos que nos ayuden para iluminar un proceso, que de suyo, es mucho más complejo y que no se agota ahí. Sabemos que, por las características del tema, pecamos de generalidad en ciertos ámbitos; pero, por lo reducido del ensayo realizamos un esfuerzo de síntesis. Sin embargo, consideramos que la inclusión de diferentes niveles de análisis lo enriquece sustancialmente.

Otras salvedades, por la naturaleza del trabajo y por lo expuesto anteriormente, esperamos que las analogías y metáforas usadas sean consideradas como tales. Tenemos conciencia que hemos ocupado transgresoramente ciertas imágenes y conceptos de diferentes autores; por ejemplo, pedimos prestado parte del título, pero asignándole una diferente connotación a la dada por su autor. De ante mano, pedimos permiso por estas libertades, que esperamos queden aclaradas con el desarrollo del informe.

II.- Contenidos.
II.1.- Niño loco-niño lobo
Reflexionar acerca de la naturaleza de lo humano y distinguir tajantemente entre el estado de naturaleza y el estado de cultura, parecería ser una contradicción insalvable. ¿Dónde termina la naturaleza?, ¿dónde comienza la cultura?, ¿hasta dónde somos lobos?, ¿hasta dónde somos humanos? El caso de Víctor de Aveyron es paradigmático desde este punto de vista: él es pensado por J. Itard como niño loco (humano) más que como lobo niño (animal), ya que, como señala Lévi–Strauss, en “apariencia la oposición entre comportamiento humano y comportamiento animal proporciona la más notable ilustración de la antinomia entre la cultura y la naturaleza” (8). Sin embargo, esta distinción nunca es tajante, pues “la cultura no está ni simplemente yuxtapuesta ni simplemente superpuesta a la vida. En un sentido la sustituye; en otro, la utiliza y la transforma para realizar una síntesis de nuevo orden”(9). Se trata de un proceso dialéctico, de un salto cualitativo. También para la historia de la Psiquiatría.

Esta discusión, a lo largo de la historia de las ciencias sociales, se ha materializado en diferentes binomios conceptuales; por nombrar sólo algunos: naturaleza/cultura; innato/adquirido; genético/social; instinto/ambiente; reflejo/aprendizaje; fijismo/evolucionismo; necesario/potencial... lobo/hombre. Y ha devenido en múltiples disciplinas, aquí queremos mencionar sólo cuatro: filosofía – sociología – antropología y psicología.

i) Filosofía. Desde los Clásicos (Platón, Aristóteles), pasando por los empiristas ingleses (Hobbes, Newton, Locke, Hume), los racionalistas (Descartes, Spinoza), los ilustrados franceses, etc. han discutido sobre el tema. Nos interesa destacar a dos autores, por su influencia sobre Itard y su tratamiento: C. Helvetius que en su libro Del`home, asume las ideas de Aristóteles y Locke: la mente humana es una página en blanco, por lo tanto, las diferencias entre los hombres se deben a factores de aprendizaje, es decir, ambientales, por lo tanto, esto implica que la educación es el medio por excelencia para hacer progresar a la humanidad. Socializando el sentimiento de lo justo o de lo injusto como cimiento del orden social. (10)

J. Rousseau escribe en sus Discursos y en el Emilio (11), el paso del estado de naturaleza al estado de sociedad, planteando el proyecto utópico de regresar al primero sin abandonar el segundo (puesto que abandonarlo es ya imposible). Concluye que la felicidad del hombre natural (buen salvaje) es ya irrecuperable, sí es que alguna vez existió.

Esta polémica filosófica se reaviva por el hallazgo del salvaje de Aveyron a fines del s. XVIII y principio del s XIX.

ii) Sociología. Todo este debate filosófico es enriquecido desde el materialismo histórico por F. Engels, quien postula en 1876, que el trabajo humano en su relación dialéctica con el desarrollo del lenguaje, propiciaron el salto cualitativo de la humanidad, “primero el trabajo, luego con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano”.(12)

iii) Antropología. Lévi-Strauss, desde la Antropología Estructuralista, busca un modelo cultural universal: lenguaje, herramientas, instituciones sociales, y sistemas de valores estéticos, morales y religiosos, llegando a la conclusión que “el doble criterio de la norma y la universalidad proporciona el principio de un análisis ideal que puede permitir (...) aislar los elementos naturales de los elementos culturales que intervienen en la síntesis de orden más complejo. [Sostiene] que todo lo que es universal en el hombre corresponde al orden de la naturaleza y se caracteriza por la espontaneidad, mientras que todo lo que esta sujeto a norma pertenece a la cultura y presenta los atributos de lo relativo y de lo particular”. (13) Sin embargo, sostiene que la prohibición del incesto, presenta los atributos de los dos órdenes excluyentes: “constituye una regla, pero con carácter de universalidad (...) posee la universalidad de las tendencias e instintos y el carácter coercitivo de las leyes e instituciones”. (14) Llegando a la conclusión de que la prohibición del incesto es lo que nos constituye como humanos, marcando la línea divisoria entre humanos y animales (que no poseen filiación). Este orden nos permite situarnos en relación con los objetos sexuales a los cuales accedemos. El incesto es, a la vez, natural y social: instaura la cultura, está en la cultura y es la cultura misma. (15)

iv) Psicología. Freud escribe en 1913, Tótem y Tabú, desarrollando en el cuarto ensayo su hipótesis sobre la horda primitiva y el asesinato del padre primordial, elaborando la teoría que desde ese acto proceden las posteriores instituciones sociales y culturales. Analiza las preguntas referentes a la organización totémica y la prohibición del incesto (exogamia). Utilizando las teorías de Frazer, Darwin, Atkinson, Durkheim y especialmente W. Robertson Smith plantea que el “proceso [mitológico] de la eliminación del padre primordial por la banda de hermanos no podía menos que dejar huellas en la historia de la humanidad” (16), creando así los cimientos de la civilización y la cultura, es decir, la humanidad.

II.2.- Lobo–loco:
Con estos antecedentes a la vista, pasaremos a analizar el caso de Víctor y su relación con J. Itard. Cuando es avistado por los campesinos de Aveyron en 1797 y, posteriormente, capturado en los bosques, en enero de 1800, ¿era humano o estaba en estado de naturaleza?, ¿cuánto de humano había en él, luego de haber sobrevivido durante aproximadamente 7 años en ese ambiente? Una imagen nos acompaña, Víctor se defiende de los perros que le persiguen, logrando dejar herido a uno, parecía un animal más. Este niño, de aproximadamente 12 años, según el examen de Philippe Pinel: no tiene desarrollada la capacidad de lenguaje oral, no logra fijar la atención en un objeto, no posee capacidad de representación (frente al espejo), es insensible al frío, no escucha ruidos fuertes (sonido de la puerta) siendo selectivo con los sonidos que le interesan (nuez), su olfato es indiferente a los perfumes, no demuestra sentimientos. Pinel le diagnostica un déficit orgánico definitivo, es decir, el niño es idiota y probablemente por eso fue abandonado en el bosque.

La postura de Jean Itard, médico jefe del Instituto de Sordomudos de París, es distinta, apela a lo humano en el niño, percibe una falta vinculada más bien al aislamiento social, es decir, una carencia educativa que cree poder salvaguardar mediante una atención pedagógica específica. Recordemos la influencia del filósofo Helvetius sobre su pensamiento. De allí que su tratamiento moral, que de todos modos no se aleja mucho de la práctica del Tratado Médico Filosófico de Pinel, fue una afirmación de la humanidad de Víctor. (17) Siendo considerado el fundador de la Psiquiatría Infantil: Víctor, es el último niño lobo y el primer niño loco. Itard, es el alfa y omega del lobo loco (=psiquiatra).

Tenemos entonces, que Itard apela a lo humano en el niño. Desde el psicoanálisis freudiano podemos señalar que filogenéticamente existe algo de humano en este niño abandonado en el bosque desde muy pequeño. Decíamos antes, que la prohibición del incesto es propio de lo humano, que está inscrito filogenéticamente desde la instauración del tótem. Pero que debe ser traducido a una ontogénesis. De allí la importancia del otro. Itard (junto a la Sra. Guerin), apela, quizás sin darse cuenta, a estas estructuras dormidas, envistiendo libidinalmente a Víctor, por medio de su vínculo pedagógico-paterno, permitiéndole ser otro, reconocerse como otro. Podemos hipotetizar, que hasta el reconocimiento de sí mismo, por medio de las caricias (Víctor pide que le acaricien el rostro) y el desarrollo de la capacidad de representación simbólica (Víctor lleva un pocillo para que se le dé leche; pide que se le cargue en la carretilla) provienen, en parte, de esta circulación libidinal. Víctor es mudo, pero Itard – pedagogo – pretende llevarlo a la palabra. Intentando subsanar por medio de lo simbólico, el vínculo con el medio social que lo envuelve y lo constituye humano. Ya que había sido privado de un medio ambiente humano que lo produzca, introduciéndolo en los simbolismos compartidos por la cultura, el niño no tiene ninguna forma de obtenerlos.

IV.- A modo de inclusión
Volvemos a la pregunta inicial, ¿qué somos? Somos niños-lobos o somos lobos-niños. ¿Qué proceso vivimos? La pasión de convertirnos en lobos–hombres u hombres–lobos aullando en París. La respuesta, como hemos visto, se diluye al tratar de asirla. Parece ser mucho más compleja que una argumentación barata. Una utopía nos alienta (que no será compartida por muchos) tenemos la oportunidad, como especie y personas, de avanzar hacia algo mejor. Una sociedad de donde, como decía Marcuse, la abolición gradual de todo lo que constriña las tendencias pulsionales del hombre y la liberación del poder constructivo del Eros, sea posible. (18)

De todos modos, creemos importante señalar que una visión de hombre (epistemológica, ideas fuerza de una época) está a la base de toda clínica Paidopsiquiátrica. En este sentido, si J. Itard no hubiera visto rasgos humanos en Víctor, su tratamiento no habría tenido las características que generó. Su deseo, como flujo constante, no remitió sólo la carencia o falta, sino que fue una fábrica constructora de realidad. Esta visión de hombre, dibujada en múltiples antinomias es fundamental. Si ponemos atención al binomio necesidad/ posibilidad, podremos pensar un ser humano abierto a múltiples posibilidades, podremos plantear tratamientos en donde el ser esté abierto a sus posibilidades. Quizás seas un sueño de juventud ... el tiempo lo dirá.

Notas:
(1) Cf. Nietzsche, Friedrich. Así habló Zaratrusta. Mestas Ediciones. Madrid. España. 2002, p. 13
(2) De las Transformaciones: Nietzsche plantea 3 : camello – león – niño. Aquí queremos simbolizar al superhombre como la posibilidad del hombre liberado.
(3) Cf. Postel, J. y Quétel, C. (comp.) Historia de la Psiquiatría. Ed. F.C.E. México. 1993, p. 507.
(4) Martín Baró, Ignacio. Acción e Ideología. Editorial UCA. San Salvador. El Salvador, p. 24.
(5) Cf. Marcuse, Herbert. Eros y Civilización. Editorial Joaquín Mortiz, México. 1969, p. 35 (negritas y cursivas son nuestras).
(6) Lang, Jean Louis. Introducción a la Psicopatología Infantil. Dunod, Francia. 1979, p. 3.
(7) Cf. Durkheim, Emile. Reglas del Método Sociológico. Editorial F.C.E. México D.F. México. 1986.
(8) Lévi – Strauss, Claude. Las estructuras elementales del parentesco. Editorial Paidós Básica. Barcelona. España. 1969, p.38.
(9) Idem.
(10) Cf. www. Aulacreativa.org/cineducacion /temapequeñosalvaje
(11) Rousseau, JJ. Discurso sobre las Ciencias y las Artes (1750); Discurso acerca del Origen y los Fundamentos de la Desigualdad entre los Hombres (1753). Academia de Dijon. Emilio, 1762.
(12) Engels, Friedrich. La Familia, la Propiedad Privada y el Estado. Obras Escogidas. Editorial Akal. Madrid. España. 1975.
(13) Lévi Strauss, Claude. Op. Cit. p.41.
(14) Lévi Strauss, Claude. Op. Cit. p. 43.
(15) Cf. Lévi Strauss, Claude. Op. Cit. p. 58-59.
(16) Freud, Sigmund. Tótem y Tabú. Amorrortu Editores. Bs. Aires Argentina, 1996, pp. 135-ss
(17) Postel, J. Op. Cit, p. 510-511
(18) Marcuse, H. Op. Cit. p. 118-ss

V.- Bibliografía.
1.- Durkheim, Emile. Reglas del Método Sociológico. Ed. F.C.E. México D.F. México.1986.
2.- Engels, Friedrich. La Familia, la Sociedad Privada y el Estado. Obras escogidas. Ed. Akal. Madrid. España. 1975.
3.- Freud, Sigmund. Tótem y Tabú. Obras completas. Vol. XIII. Amorrortu Editores. Bs. Aires. Argentina. 2000
4.- Lang, Jean Louis. Introducción a la Psicopatología Infantil. Dunop. Francia. 1979 (apunte de clases)
5.- Lévi-Stauss, Claude. Las Estructuras Elementales del Parentesco. Ed. Paidós Básica. Barcelona. España. 1969.
6.- Marcuse, Herbert. Eros y Civilización. Ed. Joaquín Mortiz. México D.F. México. 1969
7.- Martín Baró, Ignacio. Acción e Ideología: Psicología Social desde Centroamérica. Ed. U.C.A. San Salvador. El Salvador. 1990
8.- Nietzsche, Friedrich. Así habló Zaratrusta. Mestas Ediciones. Madrid. España.2002
9.- Postel, Jacques y Quétel, Claude (comps). Historia de la Psiquiatría. Ed. F.C.E. México D.F. México. 1987
10.- Tejedor, César. Historia de la Filosofía. Ed. C.O.U. Madrid. España. 1997
11.- www.aulacreativa.org/cineducación/temapequeñosalvaje

Cortázar: Comentario a partir de un documental en el teatro Normandie. Autor: Pablo Grosz

En el marco del intercambio con el cine Normandie, que tanto contribuye al sostenimiento del cine-arte, me he propuesto desde la Agrupación Psicoanalítca Lacaniana <>Sigmund Freud traer el psicoanálisis a través del cine, y tal vez algo de Psicoanálisis del cine. Sin pretender ser experto ni en Cortázar ni en literatura, analizaré aspectos de la obra de Cortázar enlazados a su psiquismo. Sin pretensiones diré lo que tengo para decir. Hace años que no lo leía, pero recuerdo que en mi infancia de colegial, siendo que no era una lumbrera para el castellano escribí el único cuento que recuerdo de mi niñez, una niñez en la que no leía nada más que lo que estaba obligado, y eso a duras penas, sin embargo retroactivamente noto como allí en los años 65-68, la obra del corte de Cortázar, no por azar había influido el lenguaje como la tinta al agua; seguro que no lo leí entonces, apenas si escuchaba de boca de mi madre la lectura “corazón” de Edmundo D´ámicis. Era un cuento, el que redacté para el colegio en que un niño se tiraba de un tobogán y continuaba en su caída más allá de la arena que debió frenarlo, tendría entre los 8 y los 10 años, éste que caía se encontraba con unos seres extraños hasta que despertaba en la asistencia Pública, donde era atendido, pues se había golpeado al caer del tobogán. Un cuento en que el protagonista pasaba de una realidad a otra, en que la continuidad de la vida se desdobla, y luego un médico lo atendía algo modestaemnte parecido al esquema de la noche boca arriba. Diría que coincidía rudimentariamente con un fantasma o fantasía Cortazeana y no cartesiana, al no regirse por los ejes de espacio y tiempo de la geometría cartesiana, sino que a un espacio-tiempo no euclidiano. Pero antes de pronunciar más en este hoyo de tiempo en que nos sumerge C., digo solamente: no hace falta haber leído a C. para haber sido influenciado por sus letras, no sólo por obra directa de la grandeza del autor, sino por la cualidad que llamaría ondulatoria del lenguaje, en un medio propicio a la transmisión, como lo es la cultura. El lenguaje hablado y escrito de la época es tanto el medio de propagación, como la fuente de la que el autor se nutre y lee. Cómo dice Cortázar en sus “Preámbulo para las Instrucciones para dar cuerda al reloj”: ¨No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”. Julio C. sólo es el sujeto singular ofrecido en que la cultura, la palabra, la literatura se expresan no para el mismo Cortázar ni por el mismo sino que su época, escriba con Cortázar aquellos cuentos de los que él es un escriba esclavo. Sabemos que todo sujeto y todo autor dice mucho más de lo que sabe. Hasta un niño y uno no prodigio como Cortázar pudo estar ya en esas aventuras. Sus propias palabras reflexivas sobre como se escribió Rayuela llevan esta idea al límite: "Escribía largos pasajes de Rayuela sin tener la menor idea de dónde se iban a ubicar y a que respondían en el fondo (...) Fue una especie de inventar en el mismo momento de escribir, sin adelantarme nunca a lo que yo podía ver en ese momento"(Olga Martínez Dasi; http://sololiteratura.com/cor/biografias.htm). El fue el regalado no el que nos regaló a nosotros sus cuentos, regalado como reloj de una época.

Sorprende que en cambio otros autores fueran impermeables a esa corriente: su amigo Vargas Llosa habiéndolo leído a conciencia, en un prodigioso también, texto introductoria a los “cuentos Completos 1” de C. nos dice – a pesar de su noble intento por destacar la virtud escribidora y juguetona de Cortázar-: “Como la novela, como el teatro, el juego es una forma de ficción, un orden artificial impuesto sobre el mundo, una representación de algo ilusorio, que reemplaza a la vida. Sirve al hombre para distraerse olvidarse de la verdadera realidad y de sí mismo. Viviendo, mientras dura aquella sustitución, una vida aparte de reglas estrictas, creadas por él”. Vargas tiene otras líneas allí que estimo muy pertinentes a la obra de Cortázar, pero me tomo de estas que ayudarán a mostrar que esto es todo lo contrario que lo que la obra de Cortázar des-cubre. El corte de la realidad de C. muestra que la ficción es la que suponemos la realidad.

En Rayuela o en 62/Modelo para armar o tantos otros, el corte al azar contradice lo que lo que el azar señala como casualidad, Corta azar, lo escribo así justamente para tomar desde las letras del apellido y mostrar lo que el psicoanálisis ha demostrado en otros lugares con rigor, que las letras no sin relación con lo real. Cortázar armaba y desarmaba cuentos y los trataba como si fuesen recortables; reunía tramas de realidades aparentemente distintas y así marcaba las letras de su propio nombre, también éstas son supuestas realidades heterogéneas

La escritura de C. y su juego desdicen una por una las afirmaciones vargasyoseanas (sic); Es esta realidad, ésta que creemos vivir la que es una representación de un mundo ilusorio, que impone un orden artificial sobre el otro mundo, esta realidad tangible la que es armada con espejos de ilusión, es la realidad la que nos tapa el real verdadero, tan verdadero que no se puede decir. En la realidad nos olvidamos no del si mismo, pues el si mismo es la ilusión que provee nuestro ensimismamiento, mientras que en la dimensión de la ficción literaria, se devela no el ilusorio yo, sino lo que el esconde: la trama inconsciente que proveé él la fuente de toda actividad creativa y por otra parte da atisbos de un sujeto inconsciente que se representa en la metáfora literaria. Eso (Nietzche, Freud, Grodeck, Hedegger; Lacan) habla gracias a que el yo de la realidad logra ser burlado. Es la otra la que tiene unas reglas estrictas que hacen nuestra realidad, que tratamos vanamente de cambiar siendo que los hilos y sus hebras están en otra parte, mientras tratamos de cambiarlas en el mundo de la ilusión, por ejemplo de nuestras relaciones interpersonales que jamás podemos armonizar.

La lectura parcial que he podido retomar en estos días de Cortázar, apunta exactamente a lo opuesto que sostiene Vargas Llosa, del que destaco en cambio la excelencia del resto de su prólogo; pero este punto revela justamente cuánto el yo es un desconocimiento de aquella otra trama, a la que alude la fantasmagoría de C., no es que él pudo haberla dicho en que consiste de manera exacta, sino que ha aludido a su existencia, al tipo de existencia-inexistencia, al modo en que existen y desaparecen los espectros, que asedian nuestra realidad y la constituyen.

C. devela la existencia de los fantasmas, de otro modo que Poe, también por que los fantasmas tienen otro contenido y están actualizados a los mundos en que Cortázar habita, latinoamericanos, franceses, romanos, griegos, marcianos. Pero además por diferencias con la excelencia de la técnica Poetiana. Planteo que la ruptura cortezana del relato, sus piezas para armar y desarmar de cada obra, la sintaxis más compleja que la de Poe, producen un efecto distinto que el de los fantasmas de éste, el estilo no muestra lo siniestro como en Poe; tampoco provocan el terror de E. A. Poe. En ello radica la singularidad del fantasma que comanda cada cual, aquel verdadero creador de sus obras, el horror que podemos deducir está en el origen y génesis en estos autores. Trataré de mostrar en ejemplos esta idea: Delia, es un nombre recurrente en los Cuentos de C., en ... ella es una joven que desde el principio sabemos la rodea un hálito por la muerte de sus dos novios, y suponemos que Mario seguirá a sabiendas el mismo camino; al final es él quien casi la mata a ella, cuando ella se revela en un modo casi como en Poe, como un ente perverso, pero no por su entrañamiento explícito con la muerte, sino por su pasión por la confección de bombones y preparación de licores, con los que ha venido femeninamente seduciendo, hasta llegar a un climax orgásmico en una cucaracha confitada -presumiblemente base de todas sus recetas-, que en la confusión de la escena da a Mario cuando se ha transformado por su propio pedido en novio. Allí Mario que estaba seduciéndose con ella, suponiendo un sufrimiento femenino por la muerte de sus novios, ahora al develársele ella como mujer cucaracha, con la que estaba a punto de casarse casi la estrangula ... y C. la salva. Ya desde el epígrafe de Circe, sabemos que lo inspira a C. un prototipo fantasmático de mujer perversa que seduce a los hombres para matarlos entrampados en la maraña –es Delia de apellido Mañara (sic), en el vacío que se abre para el varón.

También es protagonista de Llama el teléfono Delia, esa mujer que no perdona en su llamado de postmortem al padre de su hijo. Historia que evoca a la de Julio, cuyo padre desapareció desde los seis años del autor, --Florencio es el segundo nombre del escritor que lo distingue del de su padre Julio Cortázar, o que lo distingue de él. Este fantasma de mujer teje las obras de Cortázar, se revela como su propio fantasma, aquel cuya lógica escribe sus obras, la musa que le sopla qué escribir. Es su fantasma nos lo dice también la circunstancia en que escribe Circe, es su modo de curarse de una pequeña locura de ver cucarachas en la comida. En ese estado estuvo cuando estudiaba para traductor de inglés y francés, logrando reducir el tiempo de dos años a nueve meses. Así como Lacan lo señala en Joyce escribiendo Ulises, Cortázar lo hace destejiendo su cuasi delirio y retejiéndolo en Circe: “la gente pone tanto inteligencia en estas cosas y como de tanto nudo agregándose nace al final el trozo de tapiz- Mario vería a veces el tapiz, con asco con terror, cuando el insomnio entraba en su piececita para ganarle la noche”. Ese desapericeimnto del padre deja un vació que un fantasma inconsciente llena, para fijar un sentido. Si Cortázar nos hubiere escuchado, tal vez hubiese proferido un cuento para conjurarlo, no una aceptación, pues ello fue retejido en la trama de la palabra del cuento, no de relato autobiográfico sabido ... habla más de lo que sabe, no de la realidad, sino cómo ésta se le entrama a él, sin saber de los hilos que construyen su existencia.

Si por una parte podemos aludir a esta influencia a la que Cortázar se sumaba de tal literatura, que algunos han llamado fantástica y otros con razones han desestimado como tal. Es una literatura que tildo de nutrida en Poe y Borges, con un gustito en principio norteamericano, pero muy sudamericana y porteña y de temática hasta indígena para eurpoeizarse y cuboideologizarse posteriormente.

Caso Katharina o lo siniestro del análisis. Autor: Osvaldo Silva

Freud en su ensayo sobre lo ominoso, y a propósito de la ficción literaria, nos advierte que lo siniestro como efecto se produciría cuando se borran los límites entre fantasía y realidad.

De este modo un autor, uno comprometido con lograr este sentimiento, habría de situarse en el terreno de la realidad cotidiana, aunque con la posibilidad de ampliar, sirviéndose de las herramientas de la ficción, las situaciones provocadoras de horror que encontramos en ella. Incluso, llevar estas experiencias hasta el vértigo.

Pero no es tan simple. Freud nos dice todavía algo más acerca de lo siniestro, lo unheimlich, sacado del alemán y que hace referencia a lo ajeno, lo no familiar, pero que en algún punto de su trayecto etimológico ambivalente, como concepto coincide con su opuesto, con lo heimlich, con lo íntimo, lo familiar. Es decir que lo heimlich deviene unheimlich y que el prefijo “un” tiene que ver más con algo del orden de la represión, algo como su marca.

Es así que lo unheimlich nos traslada a situaciones familiares, conocidas de antiguo, a complejos infantiles reprimidos que son reanimados por una impresión exterior o cuando convicciones primitivas ya superadas, como la continuidad entre vida y muerte en el sentido de la posibilidad de retorno de los muertos, el intercambio con espíritus, parecen ser puestas a prueba ante su reafirmación en alguna situación. Sensación de desequilibrio que puede gatillar el horror, en el sentido de cierto encuentro con lo real, con algo que retorna desde más allá de toda significación.

Entonces, Freud nos lanza su tesis: si todo afecto se vuelve angustioso por obra de la represión, así entre los casos de lo que provoca angustia existirá por fuerza un grupo en que pueda demostrarse que eso angustioso es algo reprimido que retorna. Esta variedad de lo que provoca angustia sería justamente lo ominoso, a lo cual agrega, ...esto ominoso no es algo nuevo o ajeno, sino algo familiar de antiguo a la vida anímica, solo enajenado de ella por el proceso de la represión.



En otras palabras, lo familiar que ha quedado reprimido retorna volviéndose extraño, algo siniestro, algo que, siguiendo una definición de Schelling citado por Freud, estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, ha salido a la luz. Como si una vez quitado el velo nos encontraramos ante lo real de la escena, real en sentido de registro usado por Lacan. Breve momento en que quedamos fuera de foco en el esquema óptico y no vemos más que un florero vacío, un espejo, una mesa.

Volviendo a su ensayo, Freud va a continuar con una especie de catálogo sobre las mútiples situaciones que nos provocan la sensación de lo siniestro, situaciones que David Lynch, al modo de un buen discípulo de Freud, presenta notablemente en su película.

Ahora un poco de cine.

Carretera perdida, rodada en 1996, considerada como la obra maestra del director, aparece enigmática incluso desde antes, desde su crítica: Extraña, onírica, inquietante. Donde el genio de Lynch se acerca a la perfección de su deslumbrante estilo visual. Poderosas imágenes que conservan una indiscutible fuerza hipnótica.

Es el propio Lynch quien potencia el efecto mientras habla sobre su obra: “Es peligroso explicar como es una película. Si las cosas se vuelven demasiado especificas, el sueño desaparece. A veces ocurren cosas que te abren una puerta, que te envuelven y consiguen hacerte sentir algo más grande. Al igual que ocurre cuando la mente se ve envuelta en un misterio. Es un sentimiento inquietante. Cuando hablas sobre cosas, a menos que seas poeta, algo grande se convierte en otra más pequeña. [...] no me gustan las películas que pertenecen a un único genero. Lost highway es una combinación de estilos: terror, thriller... pero básicamente se trata de un misterio".

De este modo el film nos instala de entrada a toda velocidad a través de una carretera en medio de la más absoluta obscuridad, mientras de fondo oímos la voz del no menos oscuro David Bowie, escena que se repite al final y en escenas intermedias casi como si nos pusiera en movimiento en algún punto de una banda continua, o mejor, en una metáfora de la cinta de moebious, comunicando interior y exterior, en movimiento circular donde conviven dioses y demonios a modo de pretexto para sostener la experiencia de lo siniestro.

La figura de Renee heredera femenina de la vampiresca fascinación del Drácula de Bramstoker. Quien podría definir al misterioso personaje encarnado por Robert Blake dueño de la sonrisa más inquietante que he visto en el cine. Quien es Pete Dayton, un alter ego de Fred quizás, repitiendo el mismo trágico destino. Mejor no buscarle demasiado el sentido. Todos elementos que se conjugan en una película que busca más el efecto ominoso casi sin pausa.

“Dick Laurent ha muerto” enigmática frase que de entrada nos pone en el sinsentido, casi como una frase lanzada en una primera sesión de análisis y que después, solo en apres coup, a posteriori, se revela crucial dentro de un guión, cadena, cinta, que hace sufrir y que me permite pensar en una relación más intima del análisis con lo siniestro ¿Por qué no?

Lynch también aparece manejando los límites entre realidad y fantasía como un maestro. En el marco de una insatisfactoria y rutinaria vida marital nos sorprende a través de extraños giros argumentales que nos desconciertan sin perder el efecto, sin darnos posibilidad de salir de la inquietud.

También el fenómeno del doble. Mediante el juego de espejos, Fred-Pete y Patricia Arquette con su gemela, juego que pretende despertar la vivencia primitiva de la indeferenciación yo-no yo de la relación especular con la madre, el primer doble, que una vez superado este narcisismo primario cambia de signo, de un seguro de supervivencia a un amenazante anunciador de la muerte.

En otra escena Renee despedazada sobre el piso del dormitorio es capaz de remontarnos hacia nuestra antigua angustia de castración.

Por favor, díganme que no la he matado. Ruego de Fred hacia la policía que parece rozar el tema de la locura y su efecto ominoso ante la posibilidad de actuar bajo la acción de fuerzas desconocidas, demoníacas.

Otra vez la figura enigmática del pálido y misterioso hombre de negro a quién, diría Freud, podría atribuírsele el propósito de hacer daño auxiliado por fuerzas secretas reminiscencia de un período infantil que creeríamos ya superado.

Y así, un montón de escenas a las que Lynch recurre en su propósito de inquietarnos, lo ominoso de Freud reescrito en el registro de las imágenes, en 35 mm., y cuyo efecto nos sorprende incluso más allá de los créditos finales. Prueba, a mi parecer, de que el resultado sigue un tiempo más atrapado, en movimiento, sobre la banda de Moebious, hacia el infinito, pero en otra parte.

martes, 25 de mayo de 2010

El cuerpo en la neurosis obsesiva. Autor: Pablo E. Grosz S.

Introducción a la charla de S. Thibierge sobre el tema, realizada con el auspicio de la Universidad Bolivariana y del Grupo Plus en Sanitago de Chile, en abril del 2004.

El cuerpo en clínica es incluido en la clínica a partir de la histeria, destaca ese cuerpo imaginario en la Histeria que ilusionaba tanto al médico como al paciente. Tanto el antiguo médico egipcio como el griego, sostenían una anatomía imaginaria resistente a la investigación y disección del cuerpo: sostenían que el útero migraba por el cuerpo. La histeria apunta siempre hacia un saber imaginario, simbólico y real acerca del cuerpo. Hasta hoy suele confundirse en medicina el correlato corporal con una relación causal. La histeria ha podido enseñar a quien quiso, acerca de lo simbólico del síntoma que toma cuerpo.

Relativamente menor ha sido la investigación del síntoma en la neurosis obsesiva (n.o.). sin embargo, existen algunos antecedentes fundamentales, para considerar el tema que lo distinguen de la histeria.

Es el estudio del caso particular, de la casuística el que permite abordar el asunto del cuerpo y del síntoma, de modo longitudinal en el tiempo. Por ello cabe privilegiar el caso clásico presentado por Freud, el del "hombre de las ratas", cuyo curso está abierto a la lectura de cada cual.

Según el hombre de las ratas, el primer momento y a partir del cual surge sus síntomas compulsivos, es cuando a los 4 años la institutriz, a quien nombra por el significante masculino de su apellido Rudolf, (Freud lo ocultó sustituyéndolo por el de Peter), le permite mirar debajo de sus faldas. Notemos que en este goce está involucrado el goce de la misma Sra Rudolf, en adelante el nombre Rudolf quedará marcando ese goce con su "R". De modo que ya adulto cuando sus síntomas se actualicen con el relato de un capitán del ejército acerca del tormento de meter una rata (ratten) por el ano, la R. volverá a marcar ese goce que Freud nota en el relato de Ernst, y las raten (cuotas) de sus deudas. Así como en la histeria son palabras o significantes las que van marcando de modo metafórico el cuerpo, en la n.o. son letras las que van reiterándose marcando el cuerpo y los goces, que vimos son goce del Otro. Se trata de reiteración más que repetición, compulsión sin innovación. Es en la letra que la compulsión obsesiva expresa cacofonía metonímica. El asunto que se nos plantea es qué es lo que provoca esa pulsión de ver, que el hombre de las ratas, o de las "erres" podemos decir, no puede controlar. Junto con esa primera visión del cuerpo femenino, marcado por una masculina "R", aparece el pensamiento de que su padre podría morir; señalando así que dicho goce implicaba tal muerte, tema que lo acompañará incluso después de la defunción de aquel.

Esta evidencia de la diferencia sexual y del goce de del Otro, esta falta, que no sólo se entiende por la castración imaginaria, sino por el hecho de que el pequeño Ernst sabía, que hay en esto una trasgresión, una falta simbólica y un Goce del Otro.

¿Qué es lo que el hombre de las ratas está compelido a verificar?, o a ver y fijar. He aquí un fenómeno parecido pero diferente al del fetichismo. En el fetichismo se reniega de la percepción de la madre sin pene, y se sustituye el pene femenino por un sustituto que queda fijado de entre los objetos que rodean esa experiencia visual, por ejemplo el zapato de la madre. En la n.o. no hay objeto fetiche sustituto, Charles Melman en su seminario sobre la n.o. nos sugiere que lo que va a verificar El hombre de la ratas es el pene femenino, lo que intuimos también por la insistencia por marcarse por nombres masculinizantes. Asunto del que el obsesivo no logra desistir, reiterando comportamientos casi idénticos en que reaparecen las letras y no significantes que marcan ese goce del Otro (orto). Insiste en verificar esa evidencia de la que dudaría, de modo compulsivo, y por lo tanto sin que llegue a ser propiamente un deseo. Hay algo que no termina de caer en cuenta, respecto de lo que sería o no sería. Esto es lo que podemos decir que el objeto a causa del deseo no termina de caer, en ninguna verificación sobre el cuerpo femenino.

Hay otra manera de introducirnos en el tema del cuerpo: es en lo que atañe a lo que Lacan ha llamado el estadio del espejo, único camino por el que el sujeto humano adquiere su imagen del cuerpo integrada, imagen que le viene desde afuera desde lo otro concretado en el artificio de un espejo La adquisición de esa imagen es correlativa a la inscripción de la ley paterna, y no se alcanza en la psicosis. Y el enigma que nos ofrece el hombre de las ratas al respecto, es su relato de desnudarse frente al espejo y mirar su pene, estando el padre ya físicamente muerto; espera la aparición del fantasma del padre en el mundo de los vivos entre las 12 y la 1 de la noche, precisamente en ese umbral. De lo que podríamos descifrar de que algo del estadio del espejo quedó en estado de estar por llegar, así como el objeto a no se termina de caer y el padre no termina de simbolizarse y por ende tampoco de morir, todo en ese umbral.
Umbral que es además el que separa los vivos de los muertos.

19/06/2004

¿Una cura en análisis? Autor: Osvaldo Silva

¿Cómo podría curarme un psicoanálisis? Pregunta hecha por una paciente en algún momento de las primeras sesiones y que me sorprende por la simplicidad aparente e inesperada con que parece deslizarla dentro de aquel encuentro preliminar. Intento ensayar una respuesta que no deja de tener un sabor improvisado: es una experiencia que tiene mucho de personal y que usted misma irá descubriendo…V., mi paciente, sigue asistiendo y pienso que su pregunta, de alguna forma, continúa presente en mí, asistiéndome, interrogándome sobre mi propia respuesta. Este texto nace de aquella inquietud.

Sin duda el análisis es una experiencia. Una que invita a dejarse sorprender, a experimentar en carne propia, aquellos breves momentos en que, en medio de nuestro relato, algo irrumpe sin previo aviso. Algo del orden de un saber con el que no contábamos. Algo que rompe la continuidad aparentemente coherente en la historia armada de nuestras vidas. Entonces, y si las condiciones son las adecuadas, algo cambia irremediablemente, algo ya no vuelve a ser lo mismo, algo cuyo impacto no se sabe de antemano, pero que dentro de su carácter inanticipable tiene un efecto desestabilizador que remece nuestro pasado, roza nuestro presente y transforma nuestro futuro.

Hasta ahí todo parece ir bien. Lacan en su primer seminario advertía que de lo que se trata en análisis es menos “de recordar que de reescribir la historia”, no solo de llenar lagunas, no solo de recuperar los textos editados por una censura antojadiza, sino que algo relacionado íntimamente con la producción de un sentido, pero con un énfasis en la producción más que en el contenido mismo de ese sentido, al menos eso me parece ¿Pero cuales son esas condiciones que permiten tal efecto? ¿Y como se relaciona éste último con la experiencia de una cura? Responder a estas preguntas permitiría quizás despojar al psicoanálisis de cierto halo místico que haría de él una especie de viaje metafísico orientado a revelar la verdad última de nuestra existencia. Aunque algo hay en él de revelación, pero en un sentido muy distinto.

Para Freud la escena analítica necesita un par de elementos que no pueden estar ausentes: invitar al paciente a decir todo lo que pase por su mente por más absurdo, desagradable o sin importancia que ello le parezca, en rigor la única regla que debe cumplir cuidadosamente, asociar libremente aunque se trate de un imposible. Por el otro lado, el del analista, a él se le exige la abstinencia, incluso sexual, de poner en juego su propia subjetividad con el fin de que sea la del analizante la que se despliegue. Lugar del muerto que previene de la caída en un diálogo imaginario, dual, sin salida. Si le agregamos a ello dos particulares coordenadas: sexualidad y muerte, es decir, las coordenadas dentro de las cuales se mueve el psicoanálisis, tenemos la escena dispuesta y preparada.

Entonces, en el mejor de los casos, el analizante/paciente comienza a hablar sin que se le pida algún contenido específico, no sólo por evitar guiar su relato, sino porque en rigor no importa demasiado el contenido pues como analista nuestra atención flotante esta dirigida a esos instantes donde el discurso de nuestro analizante trastabilla, donde se equivoca, donde olvida, donde parece tropezar. Es justo en ese momento donde para el psicoanálisis el sujeto aparece. La idea es marcar su entrada antes que vuelva desaparecer bajo el velo de un parloteo que da vueltas en el vacío.

Si nos mantenemos en la importancia de este discurso tenemos que el campo que inaugura Freud tiene relación con una palabra, para Lacan un significante, incluso una letra, que porta una verdad, la verdad del sujeto en oposición a una serie de palabras que crean una ilusión de continuidad.

Se podría decir, entonces, que el análisis es una experiencia, una que se da en el lenguaje, que de alguna forma es particular, pues está dirigida a revelar cierta verdad que es la del sujeto, y que de alguna forma su técnica se encuentra orientada a revelar un saber escindido de la conciencia, una que porta el inconsciente cuando es producido en la sesión analítica. Un saber que apunta al deseo y que se enmascara en los síntomas, los cuales provocan el enigmático sufrimiento que hace a una persona buscar una respuesta a su padecer.

En este punto, las condiciones en que se realiza un análisis ya pueden enlazarse con la cura. Freud hacía notar que la supresión de los síntomas no era el objetivo principal de un psicoanálisis sino algo así como un efecto terapéutico colateral del trabajo analítico. De forma que la posibilidad de curar quedaría subordinada al modo en que se aplica la técnica.

No hay duda de que un análisis cura, los hechos clínicos lo demuestran, los pacientes siguen requiriendo un análisis, pero ello se realiza a través de un acceso al saber inconsciente que permite, en lo que sería un acto de naturaleza creativa, una reescritura, que de alguna forma tendrá el efecto de aliviar el sufrimiento de una persona. De ahí que para Freud, a diferencia de lo que en algún momento se utilizó como eslogan, aquello de “hacer consciente lo inconsciente”, priorizara lo que hay de reconstrucción en aquel proceso.

En suma, una apuesta que va en la línea de fomentar la constante apertura a lo nuevo, a la asunción de responsabilidad por el propio deseo y mantener siempre la opción de renovar continuamente nuestras preguntas. Lo que salga de ello, lo que una y otra vez se construya, eso es lo que, como añadidura, realmente hace posible una cura.


Invierno 2007

viernes, 29 de enero de 2010

Quienes somos

“Cuando más cerca del psicoanálisis divertido estemos, más cerca estaremos del verdadero psicoanálisis...( )
...Regocijémosnos pues aún hacemos psicoanálisis.” (Jacques Lacan, Seminario Los Escritos Tecnicos de Freud)

Es así que guiados en aquel sentido y comprometidos con el Psicoanálisis desde una lectura freudolacaniana, nosotros como un grupo de psicólogos y psicoanalistas que se reúnen para ponerse en contacto con las diversas disciplinas, dentro de la cuales el Psicoanálisis, desde su lugar sin lugar, singular, tiene su decir, nos agrupamos con el fin de:

A) AREA CLINICA: Psicoanálisis y Psicoterapia psicoanalítica.
i) Ofrecer al público intervenciones con dirección de cura psicoanalítica, en sesiones presenciales.
ii) Mediante el uso de medios de comunicación vía Internet y eventualmente otros.

B) INVESTIGACION
i) Investigar el inconsciente;
ii) Descifrar textos literarios, filosóficos, fílmicos, de las formas del arte en general, según claves del discurso psicoanalítico. Esto con el propósito de abrir significaciones y producir los efectos sociales de la verdad develada. Un modo de mantener vivo el efecto de la palabra sobre lo real.
iii) Utilizar, analizar, referirnos a todos los puntos que no hemos dicho aquí, y que en el futuro habremos de considerar como válidos para nuestro quehacer de agrupación.
iv) En este punto recordando a Borges, incluiremos el estudio del Catálogo de todos los catálogos que no se incluyen a si mismos. E invitamos a investigar con nosotros a quien lea este punto, que nos diga si dicho Catálogo se incluye en el Catálogo o no.
C. Transmisión, propagación y difusión de la ética psicoanalítica y de sus herramientas de desciframiento.
i) Discutir y examinar con legos y profesionales los hallazgos psicoanalíticos y sus alcances;
ii) Criticar los discursos que rechazan de si el sujeto, ya sea en filosofía, en la cura psíquica o en ciencias;
iii) Transmitir la onda de saber y lenguaje psicoanalítico que iniciara Freud y retomara en otro ciclo Jacques Lacan; considerando lo que sabemos hoy : que esa onda transforma el medio social por el que se propaga.
iv) Intentar nuevos paradigmas del habla, la palabra y el inconsciente que abran perspectivas en Arte y Ciencia, explotando la potencia latente y radioactiva del lenguaje y su metáfora. Esto como respuesta adecuada a la Deidad Ciencia, aquella que pretende la eliminación de la subjetividad y de su buen nombre y decir.
¿Quiénes somos nosotros?: Los que hablamos así.
Pablo Grosz

Si la revolución de Freud permite la entrada en escena al inconsciente problematizando la certeza del sujeto cartesiano, no es con la intención de hacerlo desaparecer, sino para desplegar la creación y recreación de una serie de nuevas preguntas desde una nueva perspectiva antes no divisada, desde una dimensión a otra, lugar donde el psicoanálisis descubre la voz de un nuevo sujeto y el dominio de una particular forma de realizarse el saber.
Osvaldo Silva.

La saga desarrollada por Freud, junto a otros pensadores de la talla de Marx y Nietzsche -denominados escuela de la sospecha- se inscribe en una genealogía de creación y liberación humana. Es así como han continuado el camino de romper los mitos que atan la mente humana a formas de pensar, sentir y actuar enajenadas de su devenir histórico, social, cultural y personal. Este camino de reflexión crítica -continuado por Lacan- nos invita a pensar colectivamente y es también la invitación que hacemos como APLFreud a todos aquellos que deseen colaborar en este proyecto.
Sergio Meza

Integrantes: APL<> Sigmund Freud:
Pablo Grosz S.
Psicólogo U. Católica.
Magister en Filosofía Mención Metafísica (c) U. Chile
Acreditación Psicólogo ClínicoPsicoanalista
Osvaldo Silva
Psicólogo U. Bolivariana.
Magister Psicología Clínica Mención Psicoanálisis (c) U. D. Portales
Sergio Meza Ortiz
O. Sociólogo U. Chile.
Psicólogo U. Bolivariana

Psicoanálisis y psicoterapias de orientación analítica. Autor: Sergio Meza O.

Presentación. Tesina, Licenciatura en Psicología.

Para iniciar comenzaremos con el relato de tres acontecimientos. Primero. Durante el año 2006 se conmemoraron 150 años del natalicio de Sigmund Freud. Importante fecha para el ámbito psicoanalítico y de la cultura en general. Sin embargo, es interesante considerar que a diferencia de las celebraciones del centenario, realizadas en 1956, esta vez la festividad fue más sobria y modesta. Incluso da la impresión que el psicoanálisis hubiera “pasado de moda” y quedase reducido a círculos de especialistas, pero más bien alejado de la cultura popular. Es un hecho que da qué pensar. Un dato para la causa. En 1956 se realizaron en todo el mundo importantes debates acerca de la actualidad del pensamiento freudiano y su legado. Uno de ellos fue recopilado por T. Adorno y W. Dirks para las Universidades de Frankfurt y Heidelberg. En estos debates participaron autores de la talla de M. Horkheimer, H. Marcuse, P. Ricoeur, E. Erickson, R. Spitz, M. Balint, E. Krapt, F. Alexander, A. Freud, L. Binswanger, H. Zullinger entre otros. ¿Hemos tenido ahora seminarios para plantear la vigencia y actualidad del pensamiento freudiano con una amplitud de filósofos, sociólogos, psicólogos, psiquiatras como aquellos? Incluso actualmente algunos autores “psicoanalistas”, generalmente del ámbito norteamericano, dentro del contexto de todas las crisis posmodernas hablan también de la “crisis del psicoanálisis”. Y ante esta crisis vuelven los ojos a las psicoterapias de orientación psicoanalítica. Lo más significativo es que este argumento fue planteado, nada más y nada menos, por uno de los expresidentes de la International Psychoanalytical Association (IPA), Robert Wallerstein (1997).

El segundo acontecimiento se refiere al relato de una anécdota. En parte de su correspondencia, Karl Abraham le pregunta a Freud, no sin dejo de admiración hacia el maestro, ¿cómo hace para escribir y además tener tiempo para atender a sus pacientes? Ante lo cual él responde, casi en tono de confesión: “es muy simple: tengo que descansar del psicoanálisis mediante el trabajo, de lo contrario no podría soportarlo” (citado en Hornstein, 1993:23). Esto nos faculta suponer que, en cierto sentido, el ejercicio de la escritura permite escapar de esa prisión de certezas y ambigüedades que se puede constituir la práctica clínica. Permite alejarse, mirar el bosque, abstraer y teorizar.

Tercer hecho. En Francia el año 2003 el entonces vicepresidente de la Unión por un Movimiento Popular, (UMP, coalición de centro-derecha creada el 2002 para dar apoyo a la candidatura presidencial de J. Chirac), M. Bernard Accoyer presentó a la Cámara de Diputados una enmienda de la Ley de Salud Pública en pos de reglamentar el ejercicio de las psicoterapias y del psicoanálisis. Este hecho generó una serie de movimientos de protestas desde los psicoanalistas y nuevas disposiciones por parte del Ministerio de Salud francés. Entonces, sin lugar a dudas, este ha sido un tema bastante debatido y contingente, en especial en la actualidad europea. Pero, ¿qué pasa en nuestro país?

La intención de la presente tesina es proponer una reflexión centrada en nuestra realidad. Su propósito es discutir en torno a la relación entre psicoanálisis & psicoterapias de orientación psicoanalítica. Polémica relación, sin lugar a dudas, la que ha sido latamente debatida a lo largo de años y décadas. Y precisamente por eso, a medida que hemos profundizado en el tema, han aparecido sus complejidades, los múltiples entrecruzamientos teóricos-técnicos producidos a lo largo de la historia, y, por lo tanto, de sus variadas posibilidades de estudio. Lo interesante de este proceso de investigación es que, mientras ahondamos en el examen de las distintas alternativas de psicoterapia de orientación psicoanalítica, también comprendimos que se trata de un tema dentro de otro más abarcativo. Es decir, la relación entre psicoanálisis y la psicoterapia en general. Por ello que comenzaremos con este tema.

En este sentido consideramos necesario iniciar planteando algunas declaraciones de principios respecto a las principales orientaciones y opciones que sustentan el enfoque de análisis de la tesina.

Primera opción. Pensamos que es incorrecto plantear el estudio de la relación entre psicoanálisis & psicoterapia psicoanalítica a secas, en abstracto y desde allí sacar conclusiones, como si ambos términos fueran unívocos. Sino que es más riguroso señalar que el encuadre de la reflexión intenta mostrar un campo problemático de fuerzas, que es amplio y dinámico. Esto implica tratar de dar cuenta de las distintas formas de abordaje y trazar un mapa de posiciones sobre el tema. Ya que –según nuestro punto de vista- desde el enfrentamiento de estos diferentes posicionamientos se puede explicar toda la fundamentación retórica -teórica y técnica- de las psicoterapias psicoanalíticas, su relación con el psicoanálisis y su legalidad. Ya que cada una argumenta su legitimidad, pero lo hace desde una posición que está en discusión con otras.

En concreto, nuestra hipótesis de trabajo es la siguiente: Básicamente, existen tres formas posibles desde las cuales puede ser analizado la relación entre psicoanálisis y psicoterapia de orientación psicoanalítica.

[1] Quienes argumentan que no existe el psicoanálisis, sino que existen los psicoanálisis y desde alguna de esas escuelas, (específicamente, la Escuela de Chicago, la Escuela de Nueva York, la Psicología del Yo) se fue produciendo un paso, una especie de evolución, un desarrollo hacia los distintos modelos de las psicoterapias de orientación analítica. Quienes sostienen esta posición, generalmente, argumentan que es necesario y posible realizar una clara demarcación entre los tipos de psicoanálisis y los distintos modelos de psicoterapia psicoanalítica siendo ambas prácticas igualmente legítimas.
[2] Por otro lado, se encuentran quienes argumentan que no existen distintos tipos de psicoanálisis, sino que existe sólo un psicoanálisis, el psicoanálisis freudiano, desarrollado legítimamente en algunas orientaciones que no se desvían de los principios fundamentales propuestos por Freud. Por lo tanto, desde esta perspectiva no existen tipos de psicoanálisis ni tampoco existe un paso legítimo del psicoanálisis hacia múltiples modelos de psicoterapia. Estos autores también proclaman que es necesaria y posible una clara demarcación entre el psicoanálisis y estas formas de psicoterapia. Ya que psicoanálisis y psicoterapias se diferencian radicalmente y, desde este punto de vista, la expresión “hago terapia de orientación psicoanalítica”, es una contradicción lógica, porque se mueven en coordenadas diferentes.
[3] Finalmente, quienes sostienen de que no es posible realizar una demarcación radical entre psicoanálisis & psicoterapia psicoanalítica, sino que más bien la práctica psicoanalítica es una especie de abanico o arco iris en donde en un polo estaría ubicado el psicoanálisis más clásico y en el otro polo estarían ubicadas las formas de psicoterapias breves de orientación psicoanalítica más heterodoxas. Por ello, es imposible la delimitación siendo consideradas todas las prácticas como igualmente legítimas.

Lo interesante de estas distintas posturas es que tienen consecuencias y efectos en varios ámbitos, no sólo clínicos, sino también epistemológicos, políticos, éticos, entre otros. Es decir, considerar que existe una evolución legítima desde algunas escuelas de psicoanálisis hacia modelos de psicoterapias de orientación psicoanalítica es muy diferente a considerar que éstas son una derivación de la desviación. Por eso, y en base a esta categorización, consideramos fundamental realizar un esfuerzo de delimitación conceptual entre (el o los) psicoanálisis y la(s) terapia(s) de orientación analítica. Señalando criterios de legitimidad de ambas praxis.

Segunda opción. En función de lo planteado, el enfoque de la tesina no es realizar una reseña de cada uno de los modelos de psicoterapia de orientación analítica y su relación con el (los) psicoanálisis. Trabajo que nos excede, pues implicaría considerar a una innumerable cantidad de autores, teorías y conceptos que las fundamentan. Así como tampoco se realizará sólo una enumeración descriptiva de las diferencias y semejanzas entre psicoanálisis & las psicoterapias psicoanalíticas, labor que por lo demás ya ha sido realizada en varias ocasiones (e.g., Pinkus, 1984; Knobel, 1987; Florenzano, 1991; Braier, 1999). Puesto que, según nuestro punto de vista, este análisis no es del todo correcto, porque no señala contra qué tipo de psicoanálisis se contrasta a estos modelos de psicoterapia de orientación analítica.

También queremos dejar claro que no deseamos entrar en el estudio de la relación entre el psicoanálisis y otras formas de psicoterapias, como por ejemplo, la conductista, cognitiva, cognitiva conductual, sistémica, humanista, etc. Conocemos también que existe una amplia propagación de modelos de psicoterapia breve, dentro de la terapia sistémica. A pesar de que algunos fueron desarrollados por autores influidos por conceptos psicoanalíticos, por ejemplo Murray Bowen -quien estudió psicoanálisis en la Fundación Menninger- no podemos ampliar la exposición hasta ellos, ya que -como es obvio- el análisis se extendería más de la cuenta y se saldría de los marcos y objetivos propuestos en la tesina.

Tercera opción. La siguiente orientación del trabajo consiste en ubicar el tema dentro de un marco histórico mayor. Pensamos que este contexto histórico nos permite comprender los distintos posicionamientos, como síntomas de una época, ya que el marco interpretativo de los distintos autores está condicionado, en gran medida por su ubicación dentro de un marco histórico y cultural. Y dentro de este encuadre histórico hemos considerado algunos hitos teóricos y técnicos como fundamentales para entender el paso (legítimo) o la desviación (espuria) del psicoanálisis a la implantación y desarrollo de diferentes modelos de psicoterapia psicoanalítica. Por ende, y siguiendo esta línea argumentativa, nos parece interesante realizar una investigación que apunte a develar de dónde proviene la conmutación psicoanálisis/psicoterapia psicoanalítica. Es decir, cuáles son los fundamentos teóricos, ubicados históricamente, de esta bifurcación técnica.

Desde allí es posible ilustrar cómo las ideas fuerza de las distintas escuelas de psicoanálisis y los variados modelos de psicoterapia psicoanalítica han intentado dar una respuesta (¿legítima o ilegítima?; ¿correcta o incorrecta?; ¿pertinente o impertinente?) a aspectos complejos y debatidos de la práctica psicoanalítica. En ese sentido es posible de utilizar metodológicamente como un analizador de la historia y de la actualidad del movimiento psicoanalítico. Aspectos de estas cuestiones fueron plantados por el propio Freud y por sus continuadores y siguen siendo motivos de debates el día de hoy. Ello obliga a realizar una mirada histórica que revise los cimientos de la técnica analítica desde Freud hasta el presente. Como señala Hornstein (1993), “abarcar una historia no es tomar partido por una estructura inmutable ni por un caos de acontecimientos aleatorios: es entender tanto lo que permanece como lo que cambia. Las coherencias lo son en tanto pueden resistir a los acontecimientos” (p.11). Álgido tema, ya que la coherencia la pone el narrador sumando lagunas históricas.

Ahora bien, dentro de este devenir histórico -denominado por algunos autores como “teoría de la técnica”- hemos señalado algunas etapas y dentro de ellas ciertos hitos que nos parecen relevantes para entender el camino del psicoanálisis hacia las psicoterapias de orientación psicoanalítica. En consecuencia, reconocemos cuatro etapas, con algunos de sus hitos respectivos:

[1] Primera etapa, los desarrollos técnicos de propio Freud.
[2] Segunda etapa, los aportes técnicos de los postfreudianos. Hitos teóricos relevantes de esta etapa son: la técnica activa de S. Ferenczi y O. Rank; la experiencia emocional correctiva de F. Alexander y T. French (Escuela de Chicago), donde se comienza a hablar de psicoterapia de orientación analítica y los planteos de la Psicología del Yo (Escuela de Nueva York).
[3] Tercera etapa, la formalización y demarcación de la técnica. Hitos relevantes de esta etapa son: a partir de la década de los ’50 se comienza a hablar por parte de la IPA de técnica clásica o cura tipo; se desarrolla la investigación en psicoterapia psicoanalítica de Malan y Balint (Escuela inglesa); existe el aporte latinoamericano sobre el tema (Kesselman, Fiorini, Goldenberg, Braier, etc.). La excomunión de Lacan y sus disputas con la Psicología del Yo.
[4] Cuarta etapa, la polémica actual. Hitos relevantes de esta etapa son: la flexibilidad técnica de la IPA y la polémica entre el psicoanálisis aplicado (lacaniano) v/s la psicoterapia breve de orientación analítica.

Recapitulando. En la Parte I, nos interesa dar cuenta de un campo temático revisando los postulados y problemáticas del psicoanálisis, la psicoterapia; la psicoterapia de orientación analítica y la psicoterapia psicoanalítica breve, hasta llegar a plantear una propuesta de 3 posturas sobre la relación psicoanálisis & psicoterapia psicoanalítica. En la Parte II, se realizará la revisión de las distintas etapas de la técnica psicoanalítica para poder reconocer donde están los fundamentos teóricos de las psicoterapias de orientación analítica.

Como esperamos vaya quedando claro, lo que deseamos realizar es dar la voz a las distintas posiciones, para poder interrogarlas, tratando de conocer sus puntos de vista, sus argumentos internos, enunciar los lugares de conflicto y los posicionamientos. Es decir, no pretendemos aún tomar postura, definiendo a priori una orientación como más válida, correcta o legítima. Eso lo dejamos para los lectores. Nosotros nos abstendremos al menos hasta el momento de la discusión y las conclusiones, donde daremos cuenta de nuestra opinión sobre el problema y tomaremos postura, tratando de visibilizar las tensiones, las preguntas no contestadas y las consecuencias de tomar partido por uno u otro punto de vista.

Como enunciaba G. Bachelard (1948/1972) “ante todo es necesario saber plantear los problemas. (...). Si no hubo pregunta, no puede haber conocimiento científico. Nada es espontáneo. Nada es dado. Todo se construye” (p.32); invitándonos a romper los obstáculos epistemológicos que impiden el conocimiento científico. No disecamos con cuchillos, señalaba, por su parte, Lacan (1953-1954) en la Apertura al Seminario I, sino con conceptos, los cuales “poseen su orden original de realidad” (p.12). Por tanto, la pregunta de investigación de la presente tesina es: ¿cuáles han sido las distintas formas de abordaje que ha tenido la disyuntiva psicoanálisis y psicoterapia psicoanalítica? Para dar respuesta a esta interrogante se hace necesario plantear algunos objetivos:
[a] Estudiar la relación entre psicoanálisis y las psicoterapias psicoanalíticas, identificando las diferentes posturas que se han propuesto al respecto y sus argumentos internos.
[b] Ubicar la evolución de la técnica psicoanalítica en su contexto histórico institucional, identificando distintas etapas desde el psicoanálisis freudiano hasta las modalidades de psicoterapia de orientación analítica contemporáneas.
[c] Revisar cuál es la fundamentación teórica y técnica de las psicoterapias breves de orientación psicoanalítica.

Una vez planteado el problema de investigación y sus objetivos, consideramos oportuno señalar la motivación y relevancia del tema. Ésta surge a partir de la práctica terapéutica dentro de un Equipo de Salud Mental en un consultorio de un sector urbano-popular. Es un hecho que llama la atención –y, al parecer, propio del desarrollo de las sociedades contemporáneas- que los programas de salud mental ocupan un lugar cada vez más importante dentro de los planes de salud pública. Como lo señala A. Aroca (2006), en Chile existe un período que se extiende desde 1852 -con la apertura de la Casa de Locos de Yungay- hasta la década de 1980, donde el objetivo principal de la salud pública fue el aumento de la cobertura hospitalaria de la población. Este énfasis cambió a partir de los ’90 con los gobiernos de la Concertación, y especialmente a partir de 1993, cuando comienza a ponerse en acción el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría en el que se señala:
Los cambios demográficos, la efectividad y cobertura de los sistemas de salud, el deterioro del medio ambiente y, sin duda, las condiciones de la vida moderna, especialmente en las grandes ciudades, son algunos de los factores asociados al hecho de que las enfermedades mentales hayan llegado a ser - junto a los accidentes y las enfermedades crónicas – uno de los grandes desafíos sanitarios para las próximas décadas. (2000, Introducción, Párr.1)

En este contexto, los equipos de salud mental, conformados por duplas psicosociales, son expuestos a una creciente demanda de atención, que le ha ido otorgando un progresivo protagonismo al trabajo de los(as) psicólogos(as). Sin embargo, junto con esta inserción y crecimiento en la demanda psicoterapéutica, también se ha producido desde la década de los ‘90 una modificación en la evaluación de las alternativas de salud (Brodsky, 2006). Se trata de lo que se ha denominado el paradigma de la Medicina basada en la evidencia, el cual centra su foco fundamentalmente en la medición de la eficacia, instalando como nunca antes la preocupación por la relación costo-beneficio y la efectividad de las alternativas terapéuticas. Este modelo que ha recibido críticas sustanciosas (e.g., Ortega y Cayuela, 2002) se basa en 3 fundamentos: mundialización de la información; sustitución de la creencia por la prueba e introducción de la complejidad de las variables a considerar para una decisión correcta (Brodsky, 2006).

Lo que nos interesa recalcar es que este paradigma tiene una influencia directa en la práctica terapéutica de los equipos de salud mental. Ahora a los psicólogos se les exige la invocación a un saber establecido que funciona como garante de su praxis, en donde se hace indispensable el uso de manuales de diagnóstico y de tratamiento (DSM, CIE), mientras que el proceso de toma de decisiones sobre los pacientes queda reducido a un mecanismo tecnocrático. Y es en esta búsqueda de alternativas de tratamiento acordes a las exigencias del medio, en donde la opción por psicoterapias breves toma fuerza. Es decir, tratamientos limitados en el tiempo, por tanto, más baratos y posibles de evaluar cuantitativamente. Es por esto, que consideramos relevante para la disciplina analizar cuáles son las bases teóricas y técnicas de las psicoterapias breves de orientación analítica, las cuales son ocupadas sin mucha reflexión y, muchas veces, de forma bastante mecánica en los organismos de salud pública.

Lo cierto es que el ámbito de la salud mental y la terapéutica es todo un campo inmenso que da pie a la posibilidad de innumerables análisis. Esta investigación comienza desde este ámbito, porque es este el contexto donde se desarrollan las psicoterapias breves y, más puntualmente, las psicoterapias breves de orientación analítica. Ese fue el punto de partida del estudio y se espera que también sea el punto de llegada en la discusión final.