jueves, 8 de julio de 2010

Hacia el sujeto de Freud y del psicoanálisis. Autor: Pablo Grosz S.

‘Lo que hubo es lo que habrá, y lo que hacemos es lo que se hará
y no hay nada nuevo bajo el sol’ (Eclesiastés, 1:9) [iii]

Una invitación para participar de un congreso psicoanalítico en Israel, rezaba así:

La manera que tiene Lacan de descifrar los textos es conocida desde hace tiempo. Desde milenios, en efecto, los judíos se empeñan en estudiar, comentar, explicar el texto sagrado a partir de reglas que son: la interpretación metafórica y metonímica, la inversión de sentido, el recorte de la palabra en fragmentos distintamente significativos, su recomposición invertida o alternada, la lectura al revés, la conexión con otras palabras que comparten una misma letra, la combinatoria numérica, etc. (...) [iv].

Bastaría, a quien esté familiarizado con el psicoanálisis, afirmar que tal hermenéutica enraíza su método de trabajo en el Talmud y en la Kabaláh; lo que estos textos realizan con la palabra bíblica, en el psicoanálisis se realiza en la palabra del Sujeto.

En el análisis del olvido del nombre “Signorelli” presentado como paradigma de actos fallidos de la vida cotidiana encontramos elementos que permiten proseguir la investigación. En efecto, se destacan determinantes adicionales para el célebre olvido del propio Freud, que si bien no lo descubrió explícitamente en su análisis, dejó marcas que permiten seguir un sendero. El recorrido es análogo al que George Haddad encuentra en La interpretación de los sueños, en tanto es: 1) Una marca hebrea; 2) Inconsciente; 3) Lugar inaugural en la obra de Freud; 4) De carácter paradigmático, deviene formación inconsciente del propio Freud que cruza, de distinto modo, la Traumdeutung y la Psicopatología de la vida cotidiana). En resumen: 5) Una letra que insiste en inscribirse y cuya localización en la cultura judía es la puerta de un hogar o habitación.

1. Una letra sagrada en La Interpretación de los sueños, descubierta por Haddad y Lacan.

Situar el Talmud como fuente del psicoanálisis, constituye parte de la exploración llevada a cabo por Gérard Haddad. Es posible citar para proseguir luego con lo que nos proponemos agregar un aspecto del análisis que hace Freud del sueño de Irma (Haddad, 1981), sueño que es, sin duda, pilar de la obra fundamental de Freud: Die Traumdeutung [v].

Freud, sueña (1979) que indica a Irma paciente que allende el sueño ha rechazado esa indicación, esto es, la cura psicoanalítica una solución de trimetilamina, ‘(...) la formula está impresa en caracteres gruesos, como si quisiera destacar del contexto algo particularmente importante’ (p.137) comenta Freud. Por su parte, Haddad analiza esta solución, en lo que podríamos llamar sus tres elementos: tri: tres, met: muerte, min: sexo (los dos últimos son términos hebreos). Es decir, la trimetilamina encierra, en sus caracteres, lo que llegarán a ser los tres fundamentos de la teoría psicoanalítica: triángulo edípico, sexualidad y tánatos o pulsión de muerte.

Pero Haddad, no se detiene en el umbral, llega hasta la estructura molecular de la trimetilamina; descubre que su fórmula se corresponde geométricamente con la letra hebrea shin [vi], la que evoca a Dios por su letra inicial, abreviación de uso frecuente, uno de sus apodos o alusiones (Todopoderoso: shadai: שּׂדּ; el hebreo corre de derecha a izquierda y no posee escritura necesaria en las vocales). Pero, a su vez, este nombre es abreviatura de otra alusión, compuesta de tres palabras Shomer Dlatot Israel: “el que cuida las puertas de Israel”. La letra shin, cuya estructura de carácter sagrado ya detectó Lacan (1987) aunque por motivo no explicitado se inscribe en las puertas, en las mezuzot que los hogares judíos tienen clavados en el marco de las puertas, indicando que allí habita un hebreo [vii]. La ubicación de la mezuzá, en la puerta, coincide con el lugar de la inyección de Irma y constituye el primer análisis paradigmático en la obra escrita de Freud: en la entrada, se ubica la letra shin (ש). La letra es, además, la inicial del nombre hebreo de Freud, Shlomo (Salomón).

Hasta aquí hemos parafraseado a Haddad pudiendo parecerle al lector todo ello un sinsentido o, a lo menos, un cúmulo de afirmaciones sospechosas. Las próximas evidencias que presentamos concernientes al rol que juegan tales raíces en el inconsciente freudiano, confirman la hipótesis de la inscripción hebrea y de su marca en la génesis del inconsciente psicoanalítico, de sus huellas en la técnica de desciframiento.


La huella en la Psicopatología de la vida cotidiana.

‘Lo que tenía que decirles sobre los Nombres-del-Padre, en efecto no intentaba otra cosa que el cuestionamiento del origen, es decir averiguar mediante qué privilegio pudo encontrar el deseo de Freud, en el campo de la experiencia que designo como el inconsciente, la puerta de entrada’ (Lacan, 1987: p. 20).

Luego de haber repasado el análisis de Haddad y agregado algunos comentarios, aportaremos lo que nos parece un interesante hallazgo en la Psicopatología de la vida cotidiana, con el “Olvido de nombres propios”. Allí, Freud, está interesado en mostrar que el psicoanálisis permite la lectura del inconsciente en base a errores y actos fallidos de la vida diaria. Recordaremos aquí su olvido, del que Freud, tan metódico y sistemático como siempre, sin embargo, no repara; no podría ser de otra manera, sólo lo preconsciente nos es accesible, no así lo inconsciente. Freud nos cuenta de su viaje en tren con destino a la Herzegovina al momento de entablar un diálogo con un desconocido; éste le comenta, primeramente, cómo los residentes turcos de la zona se resignan ante la muerte y confían en el médico; según le contara un colega, cuando alguien muere dice: ‘Sr. (Herr), ¡Qué le vamos a hacer! ¡Sabemos que si hubiere sido posible salvarle, le habrías salvado!’ (Freud, 1979b: p. 756). Con posterioridad, Freud recuerda un segundo comentario anecdótico, en el cual, por referirse a un tema escabroso, omite al relator. El recuerdo gira en torno a la importancia que conceden los turcos a la vida sexual; le dicen al médico: ‘Tú sabes muy bien, señor (Herr), que cuando eso no es ya posible, pierde la vida todo su valor’ (p. 756). Este diálogo precede al olvido de Freud y luego pregunta su interlocutor si ha visto en Orvietto los frescos de ‘Las cuatro últimas cosas de... ‘ (p... 756); en sustitución del nombre olvidado, menciona a Boticcelli, y luego a Boltraffio, sabiendo que yerra; un tercero, allí presente, le recuerda que se trata de Signorelli.

Las asociaciones y el análisis método que propone en este capítulo lo llevan a considerar como determinante del olvido, un proceso represivo asociado al tema que decide evitar conscientemente, que incluye sexualidad y muerte: en la ciudad de Trafoi le habían comunicado acerca del suicidio de un paciente al que atendiera durante largo tiempo aquejado de una perturbación sexual incurable; suceso triste que lo afecta, aunque evite pensar en ello. Freud, explica su método para encontrar los determinantes del olvido del nombre propio y la consiguiente sustitución por otro. En su análisis, maneja los nombres de un modo análogo a cómo se manejan las imágenes gráficas que aluden a fragmentos de frases, con la que se forma un jeroglífico (p...758):

Freud concluye que los condicionantes del olvido del nombre acompañado de un recuerdo erróneo son:

a) Una determinada disposición para el olvido del nombre.
b) Un proceso represivo llevado a cabo poco tiempo antes.
c) La posibilidad de una asociación externa entre el nombre que se olvida y el elemento anteriormente reprimido.

Nos ocuparemos, no obstante aquí, a más de un siglo del hallazgo freudiano, de otras condiciones para el olvido del significante Signorelli, no consideradas por el autor y que se refieren a la letra a) antes citada. En primer lugar se destaca una repetición: Signorelli → Signor/Elli. Elli ―como recordarán cristianos y judíos― significa “Dios mío” en hebreo y deviene vocablo conocido transculturalmente; baste recordar las últimas palabras atribuidas a Jesús en la cruz. Freud, parece haber olvidado a Dios en la palabra que lo alude y ha repetido su olvido: Olvidando al señor (Signor) y en su lugar recordando a Boticcelli (1); olvidando a Elli en Boltraffio (2); en el mismo análisis posterior al acto de olvido en el tren, pues no considera la palabra Elli, significante definitivo para el judío que habita en Freud (3). El propio Freud la deja gráficamente subrayada, es decir, consigna su marca (ver figura 1).

Lo hasta aquí expuesto parece ser suficiente para afirmar, que todo ello es expresión simbólica de la muerte del padre, y por extensión metafórica, de la muerte de Dios. Lacan, así lo muestra en consideración exclusiva a la palabra Herr: ‘El término Signor pasa hacia abajo, Herr: el Amo absoluto, la muerte absoluta para decirlo todo, desaparece allí. ¿No vemos perfilarse, tras ello, todo lo que Freud necesita para encontrar en los mitos de la muerte del padre la regulación de su deseo? Después de todo coincide con Nietzsche para enunciar con su propio mito que Dios ha muerto’ (Lacan, 1987: p. 35). Esto pudo decirlo Lacan, sin haber notado el significante Elli, lo que comprueba, una vez más, la aptitud de Lacan para ver en la profundidad, para ver las estructuras que alientan las olas, sabía que el significante Elli rondaba por allí. Algo referido a la muerte del Padre, se verifica en Moisés y la religión monoteísta, en tanto que Freud entrega una versión diferente de las escrituras sagradas que le vienen de su padre y de su abuelo [viii], relativa al origen y al supuesto asesinato de Moisés [ix].

Partir de la palabra, se trata de la misma técnica que utiliza Freud para el análisis del significante Signorelli― y que manifiesta la fuente talmúdica sintomáticamente olvidada. Nos ha dicho Freud, en el texto en cuestión, cuán frecuente es su olvido de nombres parecidos al suyo. Sin percatarse, igual cosa le sucede aquí:

Sig/norelli. Tenemos entonces: Sig: Sigmund: S. Lo que nos da: S/ignor/elli, es decir, “Sigmund ignora [x] a mi Dios”, lo cual, podría aludir al imperativo: S: ¡Ignora s mi Dios! O en su defecto, una afirmación: (Sig) ignores Elli. Esta muerte simbólica y negación del padre permite que lo reprimido rebrote en el psicoanálisis. El psicoanálisis sólo puede nacer con la muerte de la religión, con la muerte simbólica de Dios. La causa proviene del inconsciente y no de Dios. Es, bajo este expediente que se atraviesa una cura y que se adquiere libertad sobre los síntomas. Para que surja el sujeto, la operación psicoanalítica requiere de esta muerte simbólica. De Sig ignores elli, surge una pregunta: ¿Quién habla? ¿Quién dice, ―Sigmund ignora a mi Dios?. Sólo puede ser un Sujeto que habita en Freud ¿No es acaso expresión de un Sujeto del inconsciente [xi], cuyo Dios es ignorado, que viene del padre?

Nos encontramos también aquí con alguien que acuña esta obra fundadora que es el psicoanálisis: Sign/or/Elli: “Firma la Luz de mi Dios”. En hebreo or es luz; or elli, significa: la luz de mi Dios. Si Freud no ha tenido reparos en considerar en su análisis, varias lenguas a la vez, no vemos obstáculo para que la palabra inglesa sign, (signe, en francés), junto con los términos hebreos con los que Freud muy probablemente se encuentra, no puedan ser incluidas también aquí.

Es como si un Sujeto dijera que en el escrito de Freud permanece la rúbrica negada de la luz de Dios; luz que no se extingue con su desplazamiento. En igual dirección nos lanza el término, signo: “Signo de la luz de mi Dios”. Es una luz quien habla, un reflejo del Padre, algo y alguien que es signo de su luz, aunque Freud ignore tanto a Dios, como al sujeto que lo habita. Una afirmación diferente nos re-orienta, si no la leyéramos en este jeroglífico, deberíamos pronunciarla nosotros mismos: Sig/nor/Elli; (ni) Sig (mund) ni mi Dios. Si no es ni Sigmund, ni Dios, ¿Quién es, entonces? No es el yo, no es el Freud que cree haber dispuesto el psicoanálisis conscientemente; tampoco su Dios, ni el Dios del Sujeto. Es el lenguaje el que ha permanecido, que ha llegado hasta aquí vivo, que viene de Moisés, de la palabra de su Dios anterior a Moisés.

Pero, retornemos al olvido de Signorelli; recordemos que Freud relata que el cuadro de las cuatro últimas cosas, está en la Catedral de Orvietto. Sabemos que se trata de un fresco apocalíptico que comparece junto al del juicio final. Un juicio, ciertamente, amenazante tratándose de un judío que representaría la negación de Dios. Al análisis del sueño o del olvido, es menester la interpretación; según la ley descubierta por Freud han de contar las asociaciones del sujeto en cuestión. Esa es la distinción que se confronta con los métodos anteriores en orden a descifrar sueños: no llamaríamos con justeza, interpretación psicoanalítica, a la que no se rigiera por tales asociaciones.

Por una parte, la concatenación de las sílabas; por la otra, la co-incidencia de la localización del significante trimetilamina en la hermenéutica del sueño con su letra subyacente Shin [xii], permiten sostener la hipótesis de la inscripción hebrea, del Dios monoteísta y, sobre todo, de la metodología de desciframiento talmúdica y cabalística. Esta hipótesis se sostendría si no contáramos con las asociaciones de Sigmund Freud pero, aún siendo así, las poseemos: a continuación de su análisis de Signorelli, inmediatamente después, prosigue con el capítulo referido al “Olvido de nombres extranjeros” (Freud; 1973b) ―Elli cabe en esta categoría. Freud hace referencia a la conversación con un joven judío, el cual, se refiere a la condición social del pueblo al que pertenecen; se lamenta de que su generación estaba destinada a la atrofia (término proveniente del griego: a, privado de; trophé, nutrición). Podemos continuar avanzando y retrocediendo por la red significante de Freud, y reencontrarnos con lo mismo repetido, en: Signor/elli Boticc/elli Bol/traffio; no aparece ya elli, pero el significante atrofia se ubica en su lugar.

No lo olvidemos, Freud comienza La interpretación de los sueños, citando a Virgilio: Flectere si nequeo superos, achorenta movedo: Si no puedo conciliar a los dioses celestiales, moveré a los del infierno (Freud, 1987: p. 1). Freud no puede conciliarse con Dios, esta es la idea en juego; la cita se opone a la concepción de un Dios único, terriblemente inquietante para el espíritu judío.

Referencias

Freud, S. (1979). La interpretación de los sueños. El método de la Interpretación de los sueños. Análisis de un sueño paradigmático. (pp. 118-141) En J.L. Etcheverry (Trad.) (9a reimpresión),Obras Completas v. IV. Buenos Aires: Amorrortu. (Original en alemán fue publicado en 1900)
― . (1973). Psicopatología de la vida cotidiana. Olvido de nombres Propios. En Luis López Ballesteros y de Torres (Trad.) (3a edición), Obras Completas v.I. (pp. 755-758). Madrid: Ed. Biblioteca Nueva. (Original en alemán fue publicado en 1901)
― . (1973b). Psicopatología de la vida cotidiana. Olvido de palabras extranjeras. En Luis López Ballesteros y de Torres (Trad.) (3a edición), Obras Completas v.I. (pp. 759-931). Madrid: Ed. Biblioteca Nueva. (Original en alemán fue publicado en 1901)
Grosz, P. (1989). Hacia el sujeto del inconsciente del psicoanálisis. En El Discurso Psicoanalítico v. I (pp. 48-51). Santiago: Editorial Gonzalo Hidalgo.
Grosz, P. (2005). El sujeto de Freud y del Psicoanálisis, en Revista Babel, 2005. Universidad Bolivariana. Editor: Sergio Witto y Patricio Vergara. Vol. 1 N0 3-4.
Hadad, G. (1981). El hijo ilegítimo. Israel: La semana.
Lacan, J. (1987). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. En J. Lacan, El Seminario. Libro XI: Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Barcelona: Paidós. . (Original en francés publicado en 1973)
__ . (1988). El Seminario. Libro II: El yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica. Barcelona: Paidós. (Original en francés publicado en 1978)
― . (1992). El Seminario. Libro XVII. El reverso del Psicoanálisis. Barcelona: Paidós. (Original en francés publicado en 1975)

Notas:
[i] Este artículo está contenido en Grosz, 1989. Por error se publicó, entonces, con una página de menos. Aparece aquí corregido y con algunas modificaciones [Nota del E.]. Se reproduce aquí el artículo tal como se publicó en Revista BABEL (Grosz, 2005) de la Universidad Bolivariana.
[ii] Psicoanalista Asociación Lacaniana Internacional, Fundador y ex Coordinador del Consultorio Plus, ex miembro de Grupo Plus). Ex Profesor de Psicopatología y Psicoterapia psicoanalítica, Universidad Bolivariana. Coordinador y fundador de Agrupación Psicoanalítica Lacaniana: Sigmund Freud. Psicólogo en Fundación de niños en riesgo ¨Or Shalom.
[iii] Se trata de una traducción del hebreo y corresponde al autor del presente artículo [Nota del E.].
[iv] Traducción del original francés, gentileza de Colette Debeuf. La cursiva es nuestra.
[v] Rafael Parada me ha sugerido que La significación de los sueños, sería una traducción más acertada.
[vi] Shin = שּׂ. Lacan vio en la estructura triple, de la Trimetilamina el significante AZ, representando el símbolo, el lenguaje, el significante arbitrario: ‘Podemos examinar la estructura de esta palabra, que se presenta aquí en forma eminentemente simbólica pues está hecha de signos sagrados.
CH3 CH3 CH3
Az’ (Lacan, 1983/1988: p. 240).
[vii] La mezuzá contiene un pequeño pergamino enrollado, que lleva el rezo ¡escucha Israel! (shma Israel, que se inicia, igualmente, con la letra shin).
[viii] De su biografía sabemos, concretamente, del regalo que recibió de su padre, se trata de la Biblia de éste encuadernada en cuero.
[ix] En el Seminario 17, Lacan cuestionará las fuentes de las que se vale Freud para especular sobre el asesinato de Moisés (Lacan, 1992).
[x] El mismo Freud verifica el papel de palabras extranjeras en los olvidos. Ignore es inglés, y coincide con la misma raíz en alemán y español; todas lenguas que Freud dominaba. En su lengua materna S ignor(ier)e lli, en imperativo se diría ¡Ignorieren El!, ¡Ignorieren Sie, Sigmund! (¡Ignore a Dios ¡Ignore Ud., Sigmund!). Todas las letras están presentes en Signorelli.
[xi] Expresión acuñada por Jacques Lacan, para referirse a aquel sujeto inconsciente que no es el yo.
[xii] Agregamos aquí que es también la letra Sin, según donde se inscribe sobre ella un punto, lo que le da la fonética de la S, de Sig....

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