martes, 25 de mayo de 2010

El cuerpo en la neurosis obsesiva. Autor: Pablo E. Grosz S.

Introducción a la charla de S. Thibierge sobre el tema, realizada con el auspicio de la Universidad Bolivariana y del Grupo Plus en Sanitago de Chile, en abril del 2004.

El cuerpo en clínica es incluido en la clínica a partir de la histeria, destaca ese cuerpo imaginario en la Histeria que ilusionaba tanto al médico como al paciente. Tanto el antiguo médico egipcio como el griego, sostenían una anatomía imaginaria resistente a la investigación y disección del cuerpo: sostenían que el útero migraba por el cuerpo. La histeria apunta siempre hacia un saber imaginario, simbólico y real acerca del cuerpo. Hasta hoy suele confundirse en medicina el correlato corporal con una relación causal. La histeria ha podido enseñar a quien quiso, acerca de lo simbólico del síntoma que toma cuerpo.

Relativamente menor ha sido la investigación del síntoma en la neurosis obsesiva (n.o.). sin embargo, existen algunos antecedentes fundamentales, para considerar el tema que lo distinguen de la histeria.

Es el estudio del caso particular, de la casuística el que permite abordar el asunto del cuerpo y del síntoma, de modo longitudinal en el tiempo. Por ello cabe privilegiar el caso clásico presentado por Freud, el del "hombre de las ratas", cuyo curso está abierto a la lectura de cada cual.

Según el hombre de las ratas, el primer momento y a partir del cual surge sus síntomas compulsivos, es cuando a los 4 años la institutriz, a quien nombra por el significante masculino de su apellido Rudolf, (Freud lo ocultó sustituyéndolo por el de Peter), le permite mirar debajo de sus faldas. Notemos que en este goce está involucrado el goce de la misma Sra Rudolf, en adelante el nombre Rudolf quedará marcando ese goce con su "R". De modo que ya adulto cuando sus síntomas se actualicen con el relato de un capitán del ejército acerca del tormento de meter una rata (ratten) por el ano, la R. volverá a marcar ese goce que Freud nota en el relato de Ernst, y las raten (cuotas) de sus deudas. Así como en la histeria son palabras o significantes las que van marcando de modo metafórico el cuerpo, en la n.o. son letras las que van reiterándose marcando el cuerpo y los goces, que vimos son goce del Otro. Se trata de reiteración más que repetición, compulsión sin innovación. Es en la letra que la compulsión obsesiva expresa cacofonía metonímica. El asunto que se nos plantea es qué es lo que provoca esa pulsión de ver, que el hombre de las ratas, o de las "erres" podemos decir, no puede controlar. Junto con esa primera visión del cuerpo femenino, marcado por una masculina "R", aparece el pensamiento de que su padre podría morir; señalando así que dicho goce implicaba tal muerte, tema que lo acompañará incluso después de la defunción de aquel.

Esta evidencia de la diferencia sexual y del goce de del Otro, esta falta, que no sólo se entiende por la castración imaginaria, sino por el hecho de que el pequeño Ernst sabía, que hay en esto una trasgresión, una falta simbólica y un Goce del Otro.

¿Qué es lo que el hombre de las ratas está compelido a verificar?, o a ver y fijar. He aquí un fenómeno parecido pero diferente al del fetichismo. En el fetichismo se reniega de la percepción de la madre sin pene, y se sustituye el pene femenino por un sustituto que queda fijado de entre los objetos que rodean esa experiencia visual, por ejemplo el zapato de la madre. En la n.o. no hay objeto fetiche sustituto, Charles Melman en su seminario sobre la n.o. nos sugiere que lo que va a verificar El hombre de la ratas es el pene femenino, lo que intuimos también por la insistencia por marcarse por nombres masculinizantes. Asunto del que el obsesivo no logra desistir, reiterando comportamientos casi idénticos en que reaparecen las letras y no significantes que marcan ese goce del Otro (orto). Insiste en verificar esa evidencia de la que dudaría, de modo compulsivo, y por lo tanto sin que llegue a ser propiamente un deseo. Hay algo que no termina de caer en cuenta, respecto de lo que sería o no sería. Esto es lo que podemos decir que el objeto a causa del deseo no termina de caer, en ninguna verificación sobre el cuerpo femenino.

Hay otra manera de introducirnos en el tema del cuerpo: es en lo que atañe a lo que Lacan ha llamado el estadio del espejo, único camino por el que el sujeto humano adquiere su imagen del cuerpo integrada, imagen que le viene desde afuera desde lo otro concretado en el artificio de un espejo La adquisición de esa imagen es correlativa a la inscripción de la ley paterna, y no se alcanza en la psicosis. Y el enigma que nos ofrece el hombre de las ratas al respecto, es su relato de desnudarse frente al espejo y mirar su pene, estando el padre ya físicamente muerto; espera la aparición del fantasma del padre en el mundo de los vivos entre las 12 y la 1 de la noche, precisamente en ese umbral. De lo que podríamos descifrar de que algo del estadio del espejo quedó en estado de estar por llegar, así como el objeto a no se termina de caer y el padre no termina de simbolizarse y por ende tampoco de morir, todo en ese umbral.
Umbral que es además el que separa los vivos de los muertos.

19/06/2004

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